Una España de metáfora

 

¿Es posible que un diputado le desee la muerte a un rey que se murió por su propio pie -¡toma metáfora!- el 9 de julio de 1746? Basta mirar a la cara a Joan Tardà para comprender que sí es posible. Y más con la memoria histórica. El no hablaba de Juan Carlos de Borbón, que es una persona física, sino de la monarquía. Ahora todo es metáfora. Joan Tardà es una metáfora.

La España de hoy es un fenómeno literario, una metáfora. Joan Tardà, diputado de Esquerra, celebró la Constitución gritando en un mitin: «¡Viva la República, muera el Borbón!» Metáfora que algún portavoz de su partido se apresuró a explicar: era un grito que «se utilizaba comúnmente como proclama durante la Guerra dels Segadors del siglo XVII» y aquí la metáfora se transformaba en ucronía: la guerra citada tuvo lugar entre 1640 y 1652, durante el reinado de Felipe IV, que, tal como recordaba ayer en su blog Arcadi Espada, «era un Austria».

Advertido del asunto, ha dado la versión corregida: hablaba de la Guerra de Sucesión. No era, por tanto, Felipe IV, sino Felipe V, el primer Borbón que reinó en España. Hagamos un esfuerzo heroico para aceptar un grito extraordinariamente improbable en la Cataluña de comienzos del siglo XVIII. ¿Es posible que un diputado le desee la muerte a un rey que se murió por su propio pie -¡toma metáfora!- el 9 de julio de 1746? Basta mirar a la cara a Joan Tardà para comprender que sí, que sí es posible. Y más con la memoria histórica.

El no hablaba de Juan Carlos de Borbón, que es una persona física, sino de la monarquía. Ahora todo es metáfora, ya digo. Joan Tardà es una metáfora. La Guerra del Segadors, que sirvió para escribir un himno, es otra. ¿No canta gente muy respetable bon colp de falç (buen golpe de hoz)? En todas partes cuecen habas. ¿No dice La Marsellesa qu’un sang impur abeuve nos sillons (que una sangre impura empape nuestros surcos)? El himno español no tiene letra, afortunadamente y el intento de escribir una fue un fracaso. Sí la tenía el himno de Riego, pero la gente acabó imponiendo una más de nuestro estilo: Si los curas y frailes supieran la paliza que les van a dar, / subirían al coro cantando: ‘Libertad, libertad, libertad’!, prueba evidente de que la realidad suele superar al arte: después del tratamiento, los curas y frailes no solían gritar nada.

La hoz es otra metáfora catalana. En Alias Serrallonga, Els Joglars contaban la revuelta contra Felipe IV a propósito de la vida del bandido Joan Serra. Cuando éste era ejecutado, se apagaban las luces y los campesinos avanzaban hacia el escenario, mientras sonaba Els segadors y saltaban chispas del roce de las hoces con el pedernal. Aún vivía Franco y Boadella contaba que «al ver a los de las hoces, los de Barbastro se pusieron a gritar como cafres. Se creían que eran los tíos del partido, tú». Pura metáfora. Después se encendían las luces y se veía cómo se compraban y vendían las hoces unos a otros, mientras Serrallonga hacía un striptease que remataba ofreciendo al respetable la vista de sus calzones con la señera pintada en el culo.

Cuando llamamos a alguien hijo de puta, ¿queremos decir que su madre ejerce como sacerdotisa del amor venal? No, es una metáfora. La expresión tonto de los cojones es, evidentemente, otra; ni la inteligencia, ni su ausencia radican en la bolsa escrotal, como se sabe. Gran ocasión para que Ana Moltó, la comisaria de la igualdad de género de Bibi Aído, que pidió cuentas de la paridad en el consejo de Tercera Cultura a mi amiga Teresa Giménez Barbat, hiciese otro tanto con el regidor de Getafe, una cosa en plan «estimado señor alcalde: Hemos observado que en el último comentario de su blog ha escrito correctamente ‘ciudadanos y ciudadanas’ (dos veces) y ‘vecinos y vecinas’ (cuatro veces). ¿Por qué en sus intervenciones orales no ha dicho ‘tontos de los cojones/tontas del coño’, con el fin de combatir la invisibilidad de las mujeres, como debería esperarse de un alcalde progresista?».

Santiago González, EL MUNDO, 8/12/2008