Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Esta es una de esas raras noticas que le alegran a uno el día, porque sirven para despejar nubarrones y aportan luz al panorama industrial. Mercedes, el gran fabricante europeo de vehículos con instalación en Vitoria, presentó ayer la ampliación de su planta de fabricación de furgonetas que serán, todas ellas, eléctricas. Las cifras de la inversión son enormes, 1.000 millones, y con ellas se culmina el proceso iniciado en 2011 con la construcción de la primera furgoneta eléctrica fabricada en el mundo. Superados lo últimos conflictos laborales con un acuerdo satisfactorio para la mayoría, la ampliación garantiza la estabilidad del empleo de sus 5.000 trabajadores.

Mercedes es una empresa importantísima en el panorama industrial español y es capital en el vasco. Supone el 33,7% del PIB de Álava y el 45,16% de sus exportaciones (el 5,2% y el 14,12% del total del País Vasco). De ahí que cuando en Mercedes se resfría el ambiente laboral, toda Euskadi estornuda con estruendo.

Nadie quiso perderse ayer un acontecimiento tan singular y allí acudieron el presidente del Gobierno, el lehendakari, el ministro y la consejera de industria y una amplísima representación de la sociedad. La proximidad de las elecciones vascas ayudó sin duda a ello. La inversión es la mejor garantía del futuro y más si se trata de la inversión industrial que proporciona los salarios más altos, los empleos más estables y los mayores impactos en la I+D.

Pero también se da hoy una de las fallas más preocupantes de nuestro abultado crecimiento, basado más en el consumo y en el gasto público, con una inversión extranjera que ha caído en 2023 de manera apreciable, de tal manera que la decisión de Mercedes camina en la dirección correcta para solucionar ambas carencias.

La ‘vía eléctrica’ de la descarbonización en general y el futuro del vehículo eléctrico dentro de ella siguen instalados en el centro del debate, que se ha intensificado en las últimas semanas con la disputa surgida entre Iberdrola y Repsol. No creo que nadie discrepe hoy de la necesidad de acometer acciones vigorosas para evitar el desastre climático y para ello todos los agentes que intervienen están dispuestos a comprometer grandes inversiones e incluso a aceptar importantes sacrificios. Pero quizás no todos los dirigentes políticos sean conscientes de la imperiosa necesidad de modular la rapidez de los cambios y la necesidad de disponer de una visión amplia del problema que contemple las repercusiones negativas que provoca en la industria. Seguro que las furgonetas eléctricas que se fabricarán en Vitoria contribuyen a los objetivos del cambio y la inversión anunciada ayer será un ejemplo de cómo afrontarlos con rigor y eficacia.