EL CORREO 13/05/14
ALBERTO AYALA
· El crimen zanja el debate sobre la gran coalición, incómodo para el PSOE. Pero podría reabrirse
Era lo único que les faltaba a Elena Valenciano, a Alfredo Pérez Rubalcaba y al PSOE. Algo así como mentar la soga en la casa del ahorcado. Con las encuestas tozudamente a la contra pese a los recortes de Rajoy, en pleno esfuerzo por persuadir al electorado de que la oferta socialista y la del PP no son las dos caras de una misma moneda, como insisten Izquierda Unida y las formaciones menores, el debate sobre la gran coalición se introdujo por unas horas en campaña. A media tarde, el brutal asesinato de la presidenta de la Diputación de León, la popular Isabel Carrasco, teñía de luto y silenciaba la carrera hacia las urnas.
Lo curioso es que había sido Felipe González quien terminó de colocar el asunto sobre el tapete. La noche del domingo el expresidente, que presume de su amistad con Rubalcaba, fue cuestionado sobre el asunto en La Sexta. Podía haber echado balones fuera. Podía haber negado la mayor. No quiso hacerlo. El primer jefe de un Ejecutivo socialista tras la restauración de la democracia, uno de los políticos que mejor mide sus palabras y sus silencios, admitió la entente PP-PSOE/PSOE-PP como posibilidad, «si lo necesita el país».
Faltó tiempo a Valenciano, a Rubalcaba y a cuanto dirigente socialista tuvo un micrófono cerca para rechazar de plano semejante posibilidad. «Mientras yo sea secretario general del PSOE no habrá una gran coalición», despejó vehemente Rubalcaba el balón que su amigo Felipe había decidido dejar sobre el terreno de juego.
Era lo único que podía hacer un PSOE consciente de que este debate perjudica sus posibilidades el día 25. Sus opciones de ganar o al menos de lograr un resultado no demasiado malo pasan porque el electorado acepte que, aunque Zapatero y Rajoy han tenido que tragar muchas de las exigencias y los recortes ordenados por Bruselas, existen si no dos alternativas opuestas sí suficientes matices diferenciales entre ambas formaciones sobre los caminos para salir de la crisis. Vamos que no es lo mismo votar a Cañete que a Valenciano
El crimen de ayer finiquitó de golpe el debate para retomar las consideraciones sobre el enorme descrédito de los políticos y los riesgos que ello puede conllevar. Pero, ¿es descartable una entente PP-PSOE/PSOE-PP a corto-medio plazo? La historia pareciera aconsejar una respuesta positiva. Ni en los complicadísimos años de la Transición, ni más recientemente cuando España parecía abocada a un rescate general que afortunadamente no llegó, los partidos de turno nunca se decidieron a dar el paso.
Aun así la prudencia aconseja no cerrar con llave y candado esa puerta. Populares y socialistas se preparan para recibir un importante correctivo el 25-M. Pero de momento no parece que el bipartidismo corra peligro de hundimiento, como sí ha ocurrido por ejemplo en Grecia con los socialistas del Pasok, desplazados por la izquierdista Syriza.
Todo podría cambiar si el desgaste de los dos partidos que se turnan en la gobernación de España desde la autoliquidación de la UCD continúa. Si tras las generales de finales de 2015 o primeros de 2016, PP o PSOE, quien gane, tiene dificultades serias para formar un gobierno estable porque precisa reunir el apoyo de muchos partidos pequeños y porque estos –incluídos los nacionalistas– disparan sus exigencias, la opción de la gran coalición volverá a ponerse sobre la mesa como alternativa a la inestabilidad. Una respuesta excepcional a una situación excepcional. Arriesgada pero no descartable.