Urkullu confía en aprobar el Presupuesto por la «crudeza» de la situación económica

EL CORREO 28/02/13

· El lehendakari apela al «realismo» de la oposición y avisa que «vamos a salir de esta mejor si todos arrimamos el hombro».

No es el optimismo antropológico del que hizo gala José Luis Rodríguez Zapatero en su momento, sino un optimismo basado en el «realismo» con que el Gobierno vasco cree estar exponiendo la «cruda realidad» económica y presupuestaria a la sociedad vasca, pero también a sus interlocutores en los partidos de la oposición. El lehendakari Iñigo Urkullu se mostró ayer «optimista» respecto a la posibilidad de aprobar los Presupuestos vascos para 2013 solo unas horas después de que los grupos parlamentarios con los que se citó el consejero de Hacienda y Finanzas, Ricardo Gatzagaetxebarria, –el PSE, EH Bildu y UPyD, hasta el momento– para explicarles las líneas maestras del proyecto salieran entre decepcionados y preocupados de las reuniones.

LAS CIFRAS
· 9.200 millones de euros es el techo de gasto del que dispone el Gobierno para elaborar el Presupuesto.

· 6.700 millones se irán solo en sufragar el mantenimiento de los servicios básicos sociales, sanitarios, educativos y en el empleo público.

· 36,5% es el recorte en Presidencia.

No obstante, Urkullu, que apeló en todo momento al «realismo» del resto del arco parlamentario para hacer un diagnóstico certero de la «crudeza» de la situación, confió en obtener los apoyos necesarios para sacar adelante las Cuentas. Preguntado por las razones en las que basa su confianza, el jefe del Ejecutivo se remitió al «ejercicio de claridad y transparencia» que está haciendo su Gobierno para aclarar hasta qué punto están comprometidas las arcas vascas y colocó la pelota en el tejado del resto de grupos. «Vamos a salir de esta mejor si arrimamos todos el hombro», advirtió.

Urkullu, que no ofrecía una rueda de prensa desde que presentó hace casi un mes a Jonan Fernández como responsable de Paz y Convivencia de su gabinete, compareció por fin ayer, en uno de los momentos más difíciles por los que ha atravesado su equipo en su todavía breve andadura al renunciar el director general que PNV y PSE habían pactado para EiTB al cargo solo dos días antes de ser ratificado por el Parlamento. Pese a que se sabe el centro de todas las miradas y objeto de críticas por su aparentemente escasa capacidad de reacción –reproches que dijo ayer «entender» aunque no hayan transcurrido aún los cien días de cortesía–, Urkullu pareció querer transmitir, deliberadamente, calma y confianza. E insistió en un argumento ya conocido, el de la responsabilidad debida de la oposición en un contexto de ‘emergencia nacional’, una expresión que ayer sin embargo prefirió evitar.

Urkullu huyó de los paños calientes y expuso sin miramientos los números desnudos: el Gobierno dispone de 9.200 millones de euros para elaborar el Presupuesto, 1.249 menos que en el anterior ejercicio, y más del 70% del montante disponible se irá en las llamadas ‘líneas rojas’ de las cuentas. El Ejecutivo, avanzó sui presidente, destinará 6.700 millones de euros al «mantenimiento» de los servicios básicos de salud y Educación, a las ayudas vinculadas a la exclusión social y a sufragar las actuales plantillas de empleados públicos, incluidos los trabajadores de EiTB, a los que garantizó ayer que su puesto de trabajo no está en peligro.

«Ajustes» inéditos

La conclusión es demoledora: el Ejecutivo jeltzale dispone solo de 2.500 millones de euros para financiar el resto de partidas. ¿La consecuencia? Será precisó actuar con el máximo «rigor», controlar estrictamente el endeudamiento para poder cumplir con el objetivo de déficit y acometer además «ajustes» que «no se habían abordado con anterioridad» y que, insinuó, deberían haber acometido sus predecesores. Como «ejemplo», Urkullu puso a su propio departamento, el de Presidencia, que –aunque supone una pequeña porción de la tarta– meterá la tijera en un 36,5% respecto a lo presupuestado en 2012.

«Cada uno verá si arrima el hombro o no», advirtió Urkullu, que, si se descarta a una izquierda abertzale volcada en sacar la cabeza como alternativa nacionalista y de izquierdas al PNV, tiene dos opciones para llevar adelante las cuentas. O bien logra que el PP y PSE se abstengan como mínimo en la votación, o se las arregla para que los populares y el parlamentario de UPyD, Gorka Maneiro, den su voto expreso al proyecto, una vía que Urkullu y su entorno ven francamente «complicada». Con ese panorama, lograr la aquiescencia de los socialistas vascos parece el ‘plan A’ de los jeltzales, que prefieren no darse por enterados de la frialdad con que acogieron ayer las explicaciones del consejero Gatzagaetxebarria.

«Me llama la atención que el tono y el contenido de las conversaciones privadas no se corresponda con lo que se dice en público», apuntó el lehendakari, que no dudó en lanzar un reproche a quienes –como el sindicato ELA, que descartó ayer cualquier margen para el acuerdo con el Gobierno– mantienen posiciones «maximalistas» pese al viento en contra que sopla en lo económico. Horas antes, la consejera de Desarrollo Económico, Arantza Tapia, había censurado el «alarmismo» de Confebask sobre el tejido industrial vasco.

En esa línea, Urkullu prefirió quedarse con las luces del camino recorrido hasta ahora y hacer un «balance positivo» de sus encuentros con partidos, sindicatos y patronal. Todos ellos, dijo, «confluyen» en la «prioridad compartida» de regenerar la economía y crear empleo. «Somos conscientes de la imperiosa necesidad de la concertación. Vamos a hacer el máximo esfuerzo por la estabilidad y el consenso», prometió el lehendakari.

EL CORREO 28/02/13