Urkullu preserva en Madrid la labor de los verificadores

EL MUNDO 24/02/14

· El Gobierno vasco señala al Estado por la «convulsión» en la sociedad vasca

El lehendakari Urkullu se desplazó raudo y solícito hasta Madrid para que quedara constancia de su respaldo absoluto a los verificadores internacionales que habían sido citados por el juez y, cuando todavía se encontraban reunidos, dejó que su secretario para la Paz y la Convivencia señalara con el dedo al Estado. «ETA debe reflexionar profundamente sobre las consecuencias de dilatar el proceso», dijo Jonan Fernández, pero después añadió: «El Estado debe reflexionar sobre las consecuencias de someter a la sociedad vasca a un estado de convulsión, a una situación de espasmos permanentes, uno tras otro. No es sano. Estamos gestionando la buena noticia de la paz».
Así, el mensaje de mayor dureza por parte del Gobierno vasco, ayer, no lo recibió la banda terrorista; no está en el origen de las «convulsiones» actuales que ETA se resista a disolverse, ni las manifestaciones en favor de los terroristas. Ni siquiera lo está que se inflen las expectativas puntuales sobre el desarme de ETA. ¿Por qué vuelca el titular de la Secretaría por la Paz del Gobierno vasco la responsabilidad en el Estado? Según respondió Fernández, «porque creemos que la tarea ha de ser compartida, no se está creando un espacio de consenso en los ámbitos estratégicos por la paz». ¿Por qué su solución es la buena y no la del Ejecutivo? Porque ellos «están contribuyendo a un final ordenado de ETA» y trabajando por el desarme «total, unilateral» y, según precisó, «incondicional».
Poco después, el vicesecretario del PP, Esteban González Pons aseguró que los verificadores «trabajan para ETA, no para España».
Esas declaraciones fueron el colofón de una jornada que empezó en realidad el sábado, cuando agentes de la Guardia Civil entregaron la citación del juez a los verificadores que habían protagonizado la presentación del vídeo en el que la organización terrorista sellaba un puñado de armas. Al portavoz Mannikkalingam le fue entregada la convocatoria en el mismo aeropuerto y rápidamente tiró de teléfono para comunicar su situación a quien pudiera resultar de interés.
El día de la difusión del vídeo del sellado, ante lo exiguo del arsenal, el lehendakari se había apresurado a avalar las gestiones del grupo para disipar cualquier duda sobre su eficacia. El sábado, alrededor de las 21.00 horas, cuando los tres citados se encontraban ya en Madrid, decidió desplazarse a la capital para respaldarles tras constatar su nerviosismo. Probablemente, en el viaje del lehendakari influyeron más razones, como el temor a que peligrase la continuidad de su labor por la susceptibilidad de alguna de las partes implicadas.
Urkullu se reunió con los verificadores a las 8.00 horas en el hotel Villa Real, frente al Congreso. Se quedó esperando allí, en una sala de reuniones de la planta baja, a que acabasen su declaración. Volvió a recibirlos cuando salieron de la Audiencia Nacional mientras Fernández realizaba sus declaraciones, y se fotografió con todos en la puerta del hotel. Fernández defendió el prestigio de los verificadores, reconoció que inicialmente no los había llamado el Gobierno vasco, sino un grupo de mediadores –ellos acababan de reconocer ante el juez que les reclamó ETA en junio de 2011– y apostó por la continuidad de su tarea. Dijo que les movía un «impulso ético» y ningún otro.
Mannikkalingam reivindicó el prestigio y la competencia del grupo de verificadores, aseguró que habían declarado ante el juez en favor de la transparencia y sostuvo que ETA ha expresado su intención «de poner fuera de uso operativo sus armas y municiones». «Ha llegado el momento de hacerlo», la conminó por primera vez de manera inmediata. El portavoz agradeció el «coraje personal y político» de Urkullu y también el apoyo del PSE que, cuando estuvo en el Gobierno, también les legitimó recibiéndoles.
Precisamente, el portavoz socialista, José Antonio Pastor, ayer se dolió de la iniciativa del lehendakari. «No sé si la presencia de Urkullu en Madrid responde a una actitud de apoyo o a un afán de ponerse medallas en el fin de ETA», planteó.