Pasa como con los buitres de Carranza…, que después de cebarles durante mucho tiempo, se les cierra el muladar. Después de tanta negociación, los de ETA también se buscan la vida de la única manera que saben, intentado meternos el miedo en el cuerpo con la campaña de verano. Hace bien Rubalcaba en mostrar pesimismo como paulatino aterrizaje en la realidad.
Cuando uno está en la playa, en este verano que empieza a despuntar por el norte, harto del transistor de la vecina con trinos de la desgraciada Pantoja y de la arena que el niño de la pelota te echa sobre el periódico, y te fastidia una barbaridad, ten dan ganas de cantar para su padre aquella de Serrat, de niño deja de jugar con la pelota. Y agarras y te vas, y te acuerdas por el camino de aquella escena bella de una muchacha con vestido de verano en una solitaría y amplísima playa sin par, que el viento le levanta la pamela, permitiendo un inverso traveling que conmueve el alma de poesía, mientras uno recoge su sombrilla se marcha a casa a leer los periódicos llenos de arena farfullando tacos en voz baja.
No se lo que pasa con los caminos a la playa que siempre son más largos los de la vuelta que los de la ida, pero uno se refugia en el recuerdo, el del cine, para hacer más corto y llevadero el camino -caminante no hay camino corto, es cómo te lo montes lo que lo hace más corto- con recuerdos y sueños que son en technicolor y cinemascope. Porque la culpa, no sólo la tuvo la chica, interpretada por Sarah Miles, y John Mills que hace un papel excepcional del tonto del pueblo. La culpa la empezaron a tener los caballos, porque se encuentra por montar a su yegua con el joven oficial británico, que había venido ya un poco chalado de las trinchera en Francia contra los alemanes. Y culpa de todo el ambiente atravesado por el enfrentamiento civil, el del IRA y los británicos, en la que los personajes, de uno en uno, no dejan de ser meros juguetes de la situación política y de los disparates de los demás, como el niño que no me dejaba en paz con la pelota.
Bueno, la peli se llama la Hija de Ryan, no se si ya habían caído, no confundir con La vida de Brian, también digna de reflexión y recuerdo. Al final el oficial británico se suicida. Los fusiles que los alemanes habían colado para el IRA saltan volados, y la vida continúa con sus cosas cotidianas, con todo tipo de problemas, el maestro del pueblo con unos cuernos descomunales…, pero lo verdaderamente digno de recuerdo ha sido al final la playa solitaria con la bella joven como única decoración humana, nada que ver con la playa que yo uso de la que me acaban de desalojar.
Vacaciones de verano para ti, cantaba el estribillo de la pegadiza canción, mientras los de la ETA le cambian la letra por Campañita de verano para ti, saliendo el ministro del Interior, dándose por aludido, a decir si iban a actuar de inmediato o no, si iban a provocar muertes o no, cuando lo único que tenemos es un frustrado terrorismo mochilero o de bicicleta. Tampoco le demos más importancia, no seamos del PP, no crispemos más las cosas, los de ETA ya sabemos como son.
Pasa como con los buitres de Carranza, que, por cierto, se han vuelto a comer cuatro vacas la semana pasada. ¡Claro!, después de haberles cebado durante mucho tiempo, va y se les cierra el muladar. Pues qué van a hacer, tendrán que buscarse la vida. Después de tanta negociación estos también se buscan la vida de la única manera que saben, intentado meternos el miedo en el cuerpo con la campaña de verano. Menos mal que la poli no es tonta -que dice el jefe de policía de los Simpsons- y les cogen antes de que hayan colocado sus mortíferas cargas.
Afortunadamente nada ha pasado, pero tendremos que ponernos en lo peor, lo avisaba el mismo Rubalcaba, quizás excesivamente pesimista, pero lo están intentando por todos los medios y piensa él, no sin sentido, que alguna les puede salir, como piensa Imaz . ¿Quién se hubiera aventurado a ser pesimista y a decir lo mismo hace dos meses? Probablemente algún incorrecto con aviesas intenciones de perjudicar este proceso. Pero hace bien el ministro en mostrar un cierto pesimismo como paulatino aterrizaje hacia la realidad, porque si la llegan a poner en el ayuntamiento de Santander y hay alguna víctima yo no me andaría con mi tono jocoso para hacerles a ustedes más agradables estas líneas de vacaciones de verano aún sabiendo de que no soy quién para amargarles su merecido descanso.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 18/7/2007