IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

 

Vistos de manera aislada, los datos del empleo del mes de marzo no han sido malos, pues contemplan una reducción del paro de casi 60.000 personas. Por eso resulta incomprensible la intervención de la vicepresidenta -ahora segunda- del Gobierno, Nadia Calviño, quien el pasado lunes auguraba unas cifras de paro y de crecimiento malas. No sé que es más inverosímil, si que le truquen los datos a la baja para fomentar su pesimismo o que los hayan pasado por el despacho de Jose Félix Tezanos para que los empuje al alza.

Sin embargo, vistos en su conjunto, no hay más remedio que concluir que el empleo en España sigue mal, muy mal. Con casi cuatro millones de parados y con todavía 750.000 personas asiladas en los ERTE, más los autónomos en reducción de actividad, el panorama resulta desolador. Cumplimos un año y seguimos así. Ahora lo fiamos todo a la vacunación, pero es evidente que la vacunación no será suficiente, aunque se logren las cifras prometidas y hasta ahora nunca cumplidas, si ello no va acompañado de la eliminación de las restricciones a la actividad. Llevamos meses dándole vueltas a la idea de un pasaporte sanitario a nivel europeo, así que ¿no podríamos empezar ya por desbloquear los movimientos internos de las personas según se pongan las vacunas? Estas arreglan el problema sanitario, pero la economía solo se arreglará si retorna la actividad y vuelve el consumo. Es una perogrullada, pero parece que se olvida.

Pedro Sánchez anuncia el fin del estado de alarma para el mes de mayo y la consecución de la inmunidad de rebaño para el mes de agosto. ¿Se acabarán entonces los cierres perimetrales y los toques de queda? ¿Todo quedará al albur del Consejo Interterritorial? ¿Cómo se arbitrarán las disensiones dentro de él? ¿Cómo protegerán los ciudadanos sus derechos fundamentales, cuando decaiga el paraguas de protección legislativa que proporciona el decreto y alguna comunidad quiera mantener restricciones al no haber alcanzado niveles suficientes de vacunación?

Como sucede siempre que aparecen problemas graves, el presidente se agacha para que los dardos pasen por encima de su cabeza. En mayo nos dirá que todo lo sucedido en el último año lo tenía previsto y que gracias a él se han salvado decenas de miles de vidas humanas y cientos de miles de empleos. Lo ha dicho ya antes.

El País Vasco fue la única comunidad en la que aumentó el paro, pero eso no significa gran cosa. Un mes es un lapso de tiempo demasiado corto y además subieron las afiliaciones. Hay que esperar más para sacar conclusiones y hacer comparaciones válidas.