Voluntad

ENRIC GONZÁLEZ, EL MUNDO – 27/06/15

· AL QAEDA surgió de una victoria. Los yihadistas formados en Afganistán tenían la convicción, hasta cierto punto legítima, de haber derrotado a un gran imperio como el soviético, y se sentían auténticos héroes. La propaganda anticomunista los glorificaba: ¿recuerdan el pintoresco homenaje que les rendía Rambo III? Cuando las cosas se torcieron a partir de la primera guerra de Irak, Al Qaeda y su fundador, Osama bin Laden, siguieron pensando a lo grande. Querían derrotar al otro gran imperio y a sus aliados.

Privilegiaban las operaciones grandiosas y complejas, desde el ataque a un buque de guerra estadounidense hasta el lanzamiento de aviones civiles sobre Nueva York y Washington, pasando por ataques contra sistemas de transporte como los de Madrid y Londres.

El ISIS, o Estado Islámico, o Daesh, o Califato, nació de una derrota. El colapso de Irak tras la invasión de 2003, el consiguiente colapso de Siria, la práctica desaparición de Libia y otros desastres en el mundo árabe provocaron una situación de guerra caótica y permanente, con abundancia de milicias y bandas. De entre esas milicias surgió una organización diminuta, militarmente endeble (algunos grupos de narcotraficantes son más potentes), escasa de recursos pero rica en imaginación. El ISIS partió de las bases teocrático-ideológicas de Al Qaeda y les añadió el nihilismo de quien no tiene nada que perder, un terrorismo de tipo artesanal y una magnífica maquinaria propagandística.

Hay guerras que no se ganan con bombardeos. La guerra contra el narcotráfico sólo puede ganarse legalizando las drogas. La guerra contra el yihadismo sólo puede ganarse si, para empezar, se suprime la mezcla tóxica de petrodólares y fundamentalismo que emana de la Península Arábiga y muy especialmente de Arabia Saudí. A corto plazo, no cuenten con ello.

En el islam, que incluye una parte importante de Europa, se ha propagado un sentimiento explosivo. Por un lado, muchos musulmanes se sienten vejados y agredidos por Occidente; por otro lado, se atribuyen una rotunda superioridad moral sobre el hedonismo y la superficialidad occidentales. Terreno abonado para la violencia. Hace falta estabilizar Oriente Próximo, lo cual no se logra con bombardeos ni invasiones; hace falta fomentar la tolerancia en la doctrina musulmana; hace falta evitar la discriminación de los musulmanes en Europa; hace falta un ingente trabajo policial. Y hace falta voluntad. Mandar tropas es fácil. Acabar con la dependencia del petróleo y el dinero árabe es difícil.

Esto va para largo.

ENRIC GONZÁLEZ, EL MUNDO – 27/06/15