Dice la Fiscalía que la vicepresidenta segunda del Gobierno ha retorcido el Código Penal al reunirse con Puigdemont y podría ser inhabilitada”. Inhabilitada por quién, cabría preguntarse, una cuestión que emparenta con aquella pregunta histórica que Pedro Sánchez hizo a un periodista de Radio Nacional: “La Fiscalía, ¿de quién depende?” “Del Gobierno” “Pues ya está”. El gran farsante de la política española quería explicar su compromiso de traer detenido y poner a disposición de la Justicia española al prófugo Puigdemont.

No fue el primer político en fugarse en el maletero de un coche, ni sioquiera el más  el más extravagante. El conseller de Gobernaciò, Josep Dencàs, se fugó por las alcantarillas de la persecución el general Batet en 1934. El nacionalista Francisco Javier de Landáburu había huído en el maletero de un coche en 1937, después de vivir emparedado durante 13 meses en su propia casa de Vitoria como un topo. Años después de su fallecimiento, en los años 80 se repatrió un ataúd con sus restos mortales. El entonces consejero de Interior, Luis María Retolaza, le dedicó una bienvenida que tenía un punto bizarro a quien había sido vicelehendakari del Gobierno vasco en el exilio: “Ay, Xabier, Xabier, te fuiste en un maletero y nos vuelves en un cajón”.

Uno se conformaría con que el golpista catalán volviera como había prometido Sánchez, detenido para ser juzgado, pero él tiene otros planes y su cómplice parece que también. El prófugo querría volver al 2 de octubre de 2017, justo al día siguiente de la astracanada del referéndum y la víspera del discurso del Rey. Ahora reclama la amnistía, una cuestión manifiestamente anticonstitucional según explicaron razonadamente los juristas Manuel Aragón Reyes y Javier Gómez de Liaño. También abundó en este asunto Nicolás Redondo y más recientemente Felipe González, que confesó haber votado a Sánchez el 23-J, aunque con menos ganas:  «Si el presidente (se refiere a Sánchez) dice que todo lo que se haga se hará en el marco de la Constitución, entonces dígase con claridad que en el marco de la Constitución no cabe la amnistía ni la autodeterminación». Lo que ya no explica Felipe, 14 años como presidente del Gobierno, 23 como secretario general del PSOE y la mayoría más apabullante que haya tenido nunca en unas elecciones un gobernante (202 escaños) es qué piensa hacer para volver a mandamiento a su partido. Tiene otra alternativa: confesar paladinamente que el PSOE ya no es lo que era y practicar la elegancia social de la dimisión, como en su día hizo José Luis Corcuera al devolver el carné en el año 2017. Volver a los 17 cantaba Violeta Parra. Es lo que quiere ahora el golpista Puigdemont. Corcuera no, su gesto del 17 fue un rapto de honestidad irreversible.

El programa máximo de Puigdemont no ha podido sorprender a nadie. Bueno, sí, al parecer Alberto Núñez Feijóo se ha sentido muy decepcionado, porque ha esperado a la rueda de prensa del prófugo ayer a mediodía para bajarse de su absurda propuesta de reunirse con Junts. “Si empiezan pidiendo la amnistía nos lo podemos ahorrar”, ha dicho el presidente del PP. ¿Pero qué esperaba, hombre de Dios? Ya he contado alguna vez que Felipe comentó en el 93 que ya había entendido el mensaje, el cambio del cambio. La idea era que el PSOE podría llegar más lejos que el PP en las negociaciones con los nacionalistas, porque estaban dispuestos a darles más de lo que podría la derecha, aunque se sentiría sobrepasado por Sánchez.