Y el gobierno se quedó solo

EDURNE URIARTE – ABC – 24/05/16

· Ha tenido al menos el valor de dar voz a muchos millones de españoles indignados por esta provocación permanente del independentismo.

Sí, el Gobierno se quedó completamente solo en su intento de aplicar la ley a los independentistas catalanes. Como siempre, por otra parte. Por eso, por los antecedentes, no había que ser un crack del análisis político para predecirlo. Eso sí, la persona que me preguntó en una conferencia la semana pasada por la incapacidad del Gobierno para impedir los pitidos al himno nacional debe de estar pensando en mi don de la oportunidad a la hora de describir perfectamente un proceso que aún no había ocurrido. Porque justamente el martes, y sin que tuviéramos ni idea de lo que estaba a punto de pasar, le contesté que el problema era la absoluta soledad del Gobierno cada vez que intentaba aplicar la ley a los extremistas catalanes. Abandonado siempre por los demás partidos, por los jueces y por la mayoría de los medios de comunicación.

El colmo de la soledad del Gobierno ha sido que hasta le ha abandonado el PP catalán con la conocida teoría de que no le gustan las esteladas pero no son buenas las prohibiciones. Exactamente lo mismo que ha dicho Ciudadanos, que, en su caso, se ha opuesto en bloque a la decisión de la Delegación del Gobierno, en Cataluña y en el resto de España. Y Ciudadanos es el partido que criticó duramente al Gobierno hace unos meses por ser demasiado permisivo y haber permitido la celebración del simulacro de referéndum independentista y por no ser capaz de que se cumpla la ley en Cataluña.

Pero he aquí que hasta Ciudadanos apuesta ahora por la permisividad. O porque se incumpla la Ley del Deporte y aquello que la UEFA castiga. Sí, lo ha permitido un juez, lo sabemos, como también sabemos que el juez omitió sorprendentemente en su fundamentación una parte del artículo 2 de la Ley de Violencia en el Deporte, aquella que prohíbe los símbolos que constituyan «un acto de manifiesto desprecio a los participantes en el espectáculo deportivo» (lo explica muy bien José Manuel Otero Lastres en su blog de este periódico).

Y tampoco hace falta ser un crack del análisis político para predecir qué haría con esa ley la inmensa mayoría de los jueces si, pongamos, la directiva y la afición de un equipo de fútbol promovieran para la próxima final de Copa una masiva exhibición de símbolos contrarios al Estado autonómico, defensores de una suspensión de la autonomía catalana, de la ruptura de la unidad nacional y de separación de España de Cataluña. Y en un partido contra el Barcelona y en el Camp Nou. Con pitada monumental a Puigdemont incluida.

Tampoco hay que ser un crack del análisis político para saber qué dirían todos aquellos que tan duramente han criticado al Gobierno por esta iniciativa. Como un conocido columnista que lo ha calificado de «estúpida e irresponsable decisión». Me lo imagino en primera fila exigiendo la aplicación de la ley a «esos provocadores que promueven el odio a los nacionalistas catalanes», o algo similar. Habría hasta manifestaciones y nadie se acordaría de la libertad de expresión. A eso lo llamarían provocación, o fascismo, incluso, pero estoy segura de que nadie mentaría la libertad de expresión.

Todo lo anterior no quiere decir que sobrara el intento del Gobierno. Ha tenido al menos el valor de dar voz a muchos millones de españoles indignados por esta provocación permanente del independentismo. Españoles que necesitan liderazgo en la defensa de la unidad nacional y de la Constitución, un liderazgo que debe asumir la derecha, lo hace, aunque se quede completamente sola una y otra vez.

EDURNE URIARTE – ABC – 24/05/16