…Y Mariano Rajoy respiró aliviado

ABC 06/12/15 – LUCÍA MÉNDEZ

· Rajoy temió que su campaña electoral saltara por los aires por el conflicto catalán. Gracias a la negativa de la CUP a investir a Artur Mas, el presidente mantiene la placidez. Al tiempo, intenta sortear otro riesgo: su ausencia en los debates de la campaña.

Mariano Rajoy ha comenzado con tranquilidad y sosiego la campaña electoral más importante de su carrera política, la que le conducirá el 20-D a su reelección como presidente o al desastre. La placidez que los españoles han podido observar en el candidato del PP, a pesar de que el 20-D se presenta a vida o a muerte, es consecuencia de que durante las últimas semanas temió que su campaña electoral saltara por los aires debido a una voladura descontrolada procedente de Cataluña.

Rajoy tiene que agradecer este alivio –quién lo diría– a la CUP. La negativa del partido radical independentista a investir a Artur Mascomo presidente de la Generalitat catalana antes de las elecciones generales supo a gloria bendita en La Moncloa.

¿El motivo? Lo explica así un dirigente del PP próximo a Rajoy. «El escenario de la investidura de Mas en plena campaña era terrible para nosotros. Dos días presenciando en directo las imágenes del desacato y la rebelión contra el Estado no pueden ser toleradas por ningún gobierno». Las fuentes consultadas señalan que el jefe del Ejecutivo se hubiera visto obligado en tal caso a «pegar un puñetazo encima de la mesa», lo cual habría abierto una espiral de tensión política, social y territorial muy peligrosa a pocos días de las generales.

Numerosos políticos veteranos han especulado en los últimos meses sobre cuándo llegaría el día D y la hora H para activar el mecanismo de colisión frontal del Estado con las instituciones catalanas. Los interlocutores de este diario aseguran que ese momento habría llegado en el pleno de la investidura de Artur Mas con los votos de la CUP. Rajoy daba por hecho que en la misma sesión o inmediatamente después se producirían actos de desacato y rebelión contra las leyes españolas y las resoluciones del Tribunal Constitucional. Por ello, la previsión del Gobierno era reunir a la Diputación Permanente del Senado antes de la investidura del presidente catalán para pedir autorización con el fin de activar el artículo 155 de la Constitución. Tanto para asumir las competencias de orden público como para actuar judicialmente contra los responsables políticos catalanes por presuntos delitos de sedición. Gracias a la CUP, Rajoy ha podido apartar de sí este cáliz y afrontar la campaña electoral sin tener la obligación de tomar decisiones traumáticas en los últimos días de su primer mandato.

Hay un segundo riesgo, que sin tener la trascendencia del primero, también está intentando sortear el candidato del PP. Con éxito, piensa él. Podríamos llamarlo el síndrome del aspirante ausente. El presidente desaparecido en los debates de la campaña. La silla vacía que presencia en silencio cómo los otros tres aspirantes se esfuerzan por convencer a los españoles mediante la confrontación dialéctica. El equipo de campaña del PP ha programado para su candidato tantas apariciones televisivas que «ningún español puede tener la impresión de un Rajoy ausente porque lo están viendo hasta en la sopa». En efecto, aunque sin debate formal, el aspirante del PP se ha paseado en las últimas semanas por todas las televisiones.

Hasta aceptó, ayer, una visita al plató de La Sexta Noche –el castillo de los bárbaros de sus pesadillas de toda la legislatura– para responder con afabilidad, aunque también con escasa cercanía, a las preguntas de un grupo de ciudadanos. «Hemos conseguido corregir en gran parte la idea de un presidente distante y alejado de los españoles. Y al mismo tiempo se ha quitado de en medio del rifirrafe de los debates con los otros tres candidatos donde no tenía nada que ganar y sí mucho que perder», aseguran fuentes del equipo de campaña del PP. Los colaboradores de Rajoy esperan que Soraya Sáenz de Santamaría salga bien parada del debate a cuatro de mañana lunes en Atresmedia, aunque intentarán no darle especial relevancia al resultado. Sobre todo porque si la vicepresidenta sale con éxito del lance, alguien podría preguntar por qué el PP no la puso a ella como candidata a La Moncloa.

El debate decisivo, para el PP, será el último. Es decir, el cara a cara con Pedro Sánchez en la Academia de Televisión el próximo día 14. PSOE y PP han llegado a la conclusión de que no pueden celebrar un debate con las viejas reglas del pasado después de que los españoles hayan podido asistir a la explosión de distintos formatos abiertos e innovadores. Una vez más, los partidos nuevos señalan el camino a los partidos antiguos. Los equipos de campaña de PP y PSOE negocian con la Academia incorporar novedades en el cara a cara del bipartidismo «de toda la vida», que dice Rajoy. El formato final aún no está cerrado. Las fuentes consultadas aseguran que los socialistas apuestan por un programa diferente en el que puedan tener cabida, por ejemplo, las preguntas de algunos periodistas. Mientras que en el PP se considera más oportuno dar participación a los ciudadanos a través de las redes sociales «para generar más dinamismo y un tono distinto al del pasado».

Tal y como se presenta la campaña, el cara a cara será decisivo sobre todo para el candidato socialista, Pedro Sánchez. Los sondeos claramente desfavorables le obligarán a subir el tono de su enfrentamiento con Mariano Rajoy. El PSOE tiene los pelos de punta con Albert Rivera pisándole los talones de segundo partido de España. Nadie lo quiere creer.