FERNANDO GAREA-EL CONFIDENCIAL

  • Sánchez y Ayuso dan el primer caso de diálogo concreto entre el Gobierno (de PSOE y Unidas Podemos) y el PP
Para valorar lo mal que estábamos a efectos de colaboración institucional y desencuentros políticos, basta con constatar que tan poquitos y tan pequeños resultados como los que han salido de la reunión de Pedro Sánchez con Isabel Díaz Ayuso ya nos parezcan un paso importante.

Seis meses después de iniciarse la pandemia, el Gobierno central y el de la Comunidad Autónoma de Madrid acuerdan crear una comisión que se reunirá cada semana, y eso lo podemos considerar como un cambio sustancial.

Así es, porque hemos tenido la imagen de un Gobierno central que mientras había estado de alarma recibía las críticas del principal partido de la oposición, cuya punta de lanza de confrontación y ejemplo de gestión era el Gobierno de Madrid. El PP ni siquiera apoyaba las últimas prórrogas del estado de alarma, por entender que no era necesario para combatir la pandemia.

También porque luego el Gobierno de Sánchez dejó la gestión en manos de las comunidades y, lo que es más cuestionable, lo hacía por estrategia política para que el desgaste vaya para otros, para terminar de poner en evidencia al PP, atrapado en su bucle de contradicciones.

Nos parece un avance, porque este último fin de semana el número dos del PSOE, José Luis Ábalos, acusaba a Ayuso en ‘El País’ de no tomar medidas sanitarias por priorizar la economía. Y en la otra España, el consejero madrileño de Economía aseguraba en ‘ABC’ que no pide el estado de alarma y los confinamientos para no “claudicar” ante el Gobierno Es decir, no porque no sea conveniente, sino por no dar imagen de derrota.

Y, sobre todo, nos parece un gran paso porque Ayuso ha dejado patente que estaba siendo sobrepasada y desbordada por esa gestión. Tambaleándose (políticamente), ha tenido que clamar ayuda para salir del túnel de su ineficacia.

Es decir, los dos necesitaban esta reunión: una como tabla salvavidas y otro para mostrar que está pendiente del tema y sigue ahí. Eso sí, el presidente del Gobierno quiso que fuera en la Puerta del Sol para dar imagen de rescate y para que quedara claro que ella está al mando. O que debe estar al mando.

Quizá por todo eso, una parte de España está insatisfecha porque cree que Sánchez ha blanqueado a Ayuso y a sus más que discutibles medidas de limitación de movilidad. Hay que recordar que la izquierda representada en el Gobierno ha salido a la calle para protestar contra las medidas que Sánchez, de alguna forma, ha avalado en la Puerta del Sol. Y la otra parte de España tampoco lo está porque ha visto a la presidenta de Madrid pedir clemencia y hasta justificar que Sánchez no la recibiera antes.

Si es cierto que un acuerdo es bueno si no satisface a ninguna de las dos partes, habrá que plantearse si este que crea esa comisión lo es. Habrá que verlo en función de cómo avance. De momento, está entre lo de “un antes y un después” y la patada hacia delante con una comisión que termine languideciendo.

Hay que ver si actúa con rapidez, si revisa las cuestionables medidas anunciadas el jueves, si avanza en otras y, sobre todo, si alguien está dispuesto a no dejar al otro el coste de medidas ‘difíciles’, como un eventual estado de alarma.

Solo viendo de dónde venimos se puede constatar que, al menos, queda atrás aquello tan terrible de que desde marzo no había sido posible nada parecido entre nadie del PSOE y nadie del PP. El mensaje a los ciudadanos es que ya se hablan. Como diría Ignacio Aguado, todos son vacuna y no virus.

Lo primero es constatar que, como lo han negociado y cocinado dos expertos en comunicación con colmillo retorcido (Iván Redondo y Miguel Ángel Rodríguez), lo que se dice que se crea no es una comisión sino un “espacio de cooperación”. Lo que suena casi a crear un ‘coworking’ en una oficina compartida. Es lo que tienen los excesos de la asesoría de comunicación.

Como el “Madrid es España, dentro de España”, un eslogan ‘curioso’, de la factoría de uno de los creadores del “espacio de colaboración”.

A continuación, hay que analizar los discursos y cómo Sánchez se esforzaba en decir que la competencia de la gestión es de la comunidad y Ayuso no paraba de explicar que es el Gobierno central quien debe dar soporte.

Y la presidenta de la comunidad dejaba caer medidas que Sánchez rechaza, como los controles en Barajas o una ley orgánica que dé herramientas a las comunidades. Bueno, esta última la aceptó y firmó en acuerdos con Ciudadanos y ERC y la anunció en el Congreso, pero luego la abandonó y la rechazó. Y el presidente del Gobierno ha dejado caer insinuaciones sobre los Presupuestos y partidas para Madrid que apuntan a nuevas peticiones de apoyo al PP, ahora con esta excusa del “espacio de cooperación”.

Pablo Casado estará confundido y no sabrá si este resultado le permite seguir siendo duro con el Gobierno cerrándose a acuerdos o si tiene que cambiar el paso por el “espacio de cooperación”.

Es importante el análisis de escenografía: tanta bandera y tanta apariencia de visita de cortesía y protocolo para una reunión de emergencia. Desde luego, no es fácil que el PP diga a partir de ahora que Sánchez no puede reunirse en pie de igualdad con Joaquim Torra, con banderas de España y Cataluña, y creando una comisión bilateral. Dónde quedará aquello de que no se puede reunir el Estado de igual a igual con una autonomía.

El ejercicio mental es imaginar a Sánchez y Torra en el escenario de la Puerta del Sol, entre banderas (españolas y catalanas en pie de igualdad) y comisiones bilaterales y comunicados conjuntos. Casi todos los argumentos son siempre de ida y vuelta. Por el momento, ya tenemos «espacio de colaboración», ahora solo falta saber para qué sirve el artefacto.