Cristian Campos-El Español

 
…según Iván Redondo, que ha vuelto al Tinder de los medios de comunicación después del periodo reglamentario de celibato tras la ruptura con Pedro Sánchez. Lo ha hecho con entrevistas en lo de Évole y Espejo Público en las que ha enseñado cacho a la espera de los match de las pretendientes (¿Precision Strategies? ¿BrabenderCox? ¿GMMB?).

Se ha dicho que no era oro todo lo que relucía en la Moncloa, pero lo mismo podría decirse de muchos otros consultores cuyas tesis se oxidarían en contacto con el aire libre de una entrevista a portagayola, pero que han producido réditos políticos evidentes en las condiciones de laboratorio de un proceso electoral. Véase el éxito de Dominic Cummings en Reino Unido (el brexit es obra suya); el de Gerald Butts, el responsable de que Justin Trudeau, el cascarón vacío por excelencia de la política internacional, sea hoy el primer ministro de Canadá; o por encima de todos el brasileño Joao Santana, el Steve Bannon del populismo de izquierdas sudamericano.

Redondo ha dicho dos cosas interesantes. La primera, que Yolanda Díaz es la candidata preferida de los menores de 45 años. Es decir, del 40% del electorado. La afirmación, a una semana del anuncio del bono cultural que se sacó de la manga el presidente para frenar, precisamente, la sangría de voto joven en el PSOE, dispara a matar. Porque el socialismo tiene con los hombres y los jóvenes el mismo problema que la derecha con las mujeres.

Lo explica Ignacio Varela en El Confidencial: «Si en España sólo votaran los hombres, la derecha arrasaría. Si sólo votaran las mujeres, ganaría la izquierda por poco. Y, si sólo lo hicieran los mayores de 65 años, renacería el bipartidismo y los partidos nacionalistas quedarían prácticamente barridos del mapa electoral».

Dice algo aún más interesante Varela. Al PSOE le salva, desde los tiempos de Felipe González, el voto femenino. Si Yolanda Díaz consigue consolidar el voto femenino obrero y maduro, un sector demoscópico tradicionalmente reacio a Podemos (y especialmente a Pablo Iglesias), el PSOE tendrá problemas.

El halago de Iván Redondo a Díaz contiene una segunda carga de profundidad. Porque el finiquitado jefe de gabinete de Pedro Sánchez no dice sólo que Yolanda Díaz sea la líder preferida por los jóvenes de izquierda, sino que tiene posibilidades reales de llegar a presidenta.

Pero la marca Podemos está muerta y Redondo lo sabe. ¿En qué está pensando entonces?

Sólo caben dos opciones. O Yolanda Díaz sorpasa al PSOE con una nueva plataforma que absorba a Podemos. O Yolanda Díaz, la comunista Yolanda Díaz, salfumán para la economía y el empleo, se convierte en la líder del PSOE en lugar de Pedro Sánchez. Escojan ustedes cuál de las dos posibilidades está insinuando Redondo y cuál es peor no ya para Pedro Sánchez, sino para los españoles.

Ha dicho algo más Iván Redondo. Que no existe una mayoría parlamentaria a favor de una nueva Constitución o de una reforma a fondo de la actual. Pero sí una mayoría social del 70% de los españoles a favor de esa reforma.

El truco está en qué tipo de nueva Constitución desean los españoles y si la de los votantes de Vox es compatible con la de los votantes de Podemos y la de estos con la de los votantes del PP y del PSOE. La respuesta, obvia, es no.

[Ni siquiera menciono la reforma que pretenden los nacionalistas porque esta es incompatible con la democracia y la existencia misma de España].

Redondo cree tener la llave que abriría la puerta de esa reforma. La convocatoria de un referéndum que pregunte a los españoles por la reforma de la Constitución. Como la respuesta a ese referéndum sería previsiblemente sí, aunque por motivos muy distintos, el PP y el PSOE se verían forzados a negociar una reforma de la Carta Magna que pusiera fin al pacto de la Transición. Una reforma que el PSOE quiere, pero el PP no.

Y no tanto porque el PP crea que la actual Constitución es eterna, sino porque sabe perfectamente, como sabe el PSOE, que tocar la Constitución es abrir en canal la Nación y adentrarse en terra ignota. Pero el PSOE cree tener más a ganar que el PP en el caos que generaría una reforma de la Constitución al calamitoso modo chileno, vivo ejemplo de cómo matar una democracia próspera y funcional con las dosis necesarias de populismo y de violencia callejera.

De acuerdo con los ejemplos que Redondo escogió cuidadosamente, esa nueva Constitución reduciría el peso y la influencia de la Corona e incluiría el programa ideológico de la izquierda en pleno: transición ecológica, jóvenes (de nuevo el PSOE jugando con la estabilidad institucional del país para taponar las heridas por la que se desangra electoralmente) y lo que Redondo llama «nuevos derechos».

Es significativo que el de San Sebastián haya utilizado la palabra golpe para demostrar su tesis: «El primer [partido] que dé el golpe acertará». Frente a una propuesta como esta el PP, efectivamente, quedaría noqueado. El resultado sería una Constitución aprobada con un apoyo muy inferior al 91,81% de la de 1978 y que nos devolvería de un plumazo cien años atrás. Es decir, a un régimen diseñado para sólo la mitad de los españoles.

Si yo fuera el PP, analizaría con mimo las tesis de Redondo. Su motivación puede ser dudosa, y quizá no totalmente inocente para con Pedro Sánchez, pero que de ellas se ha hablado ya en la Moncloa pueden estar 100% seguros.