Luis Ventoso-ABC
La economía ya petardea y el Gobierno lo sabe y lo oculta
El viernes, volviendo de cenar en Madrid, preguntamos al taxista qué tal iba la cosa. Al parecer tocamos fibra sensible, porque el hombre se despachó: «Está empezando a pasar lo de la otra vez. Este mes ya se ha parado todo, como cuando la crisis. Y en el supermercado, lo mismo». ¿Tienen esas sensaciones algún valor o se trata solo un pesimista agorero? En España la economía nos provoca bostezos, hasta que nos llega el agua al cuello y entonces la prima de la que más hablamos es la de riesgo. No prestamos atención al goteo de malos datos. Tras un lustro de subida constante, en 2019 la venta de viviendas cayó un 3%. La cifra de creación de empleo
fue la peor desde 2014. Los trabajadores afectados por los ERE se dispararon. El consumo eléctrico, termómetro obvio del pulso económico, también está aflojando. En la foto general, la España del presidente apolíneo y superprogresista crece la mitad que la del carca y aburrido Mariano. Además al Gobierno le han surgido tres contratiempos que no figuraban en el guión del Rey Sol. El primero es que el campo se ha soliviantado y está en la calle contra la gloriosa «coalición progresista», a la que acusa de no defender sus intereses y de acogotar al sector con el salario mínimo. El segundo tropiezo imprevisto ha sido el folletín de bolas y chapuzas del caso Ábalos, que a ratos parecía un astracán del Superagente 86 y que ha enojado a Estados Unidos. El tercer revés inesperado es el clamoroso fiasco con el Mobile. Aunque se escuden en el victimismo, la suspensión revela que el Gobierno y sus socios separatistas no han sabido defender nuestros intereses comerciales.
Como es lógico, Sánchez posee sobrada información que certifica que la nave económica ya surca remolinos. Pero estamos ante Zapatero 2. El Gobierno social-comunista, para el que mentir no supone esfuerzo ni novedad, se empecina en sostener que todo va viento en popa, con una ministra de Hacienda y portavoz que además vende el embuste con pasión arrebolada. El problema económico se camufla mediante maniobras de distracción. Urge despistar al público con medidas de ingeniería social que alejan el debate de los pagos del dinero, como la ley de eutanasia u otra vuelta de tuerca a la mal llamada «memoria histórica».
Pero la propaganda y la mentira también tienen sus límites. A pesar del imperio televisivo del sanchismo, cala la idea que el Gobierno no está siendo responsable (más gasto y más impuestos solo agudizarán el problema) y que tiene a bordo demasiados aficionados, que cuando ante los retos reales no saben hacer la o con un canuto. Además, se ha tornado un clamor que Sánchez pende de Junqueras.
¿Solución? Una ronda de fotos propagandísticas con gente cabal para lavar la imagen. Hoy, reunión con Casado, y mañana, el Rey en el consejo de ministros. Muy bisoño será Casado si acepta entenderse con el virtuoso del trile sin exigirle antes unos mínimos: cordura económica, fin de una mesa donde la autodeterminación figura en el orden del día y renuncia expresa a reformar el Código Penal a la medida de Junqueras. Si el PP pastelea con Zapatero 2 a cambio de unos puestecillos iniciará un camino sin retorno hacia la irrelevancia.