El PNV, de vísperas electorales

TONIA ETXARRI, EL CORREO – 23/02/15

Tonia Etxarri
Tonia Etxarri

· El homenaje del lehendakari Urkullu a las víctimas del terrorismo es obligado para cualquier demócrata.

Centrados en EH Bildu. Así están los dirigentes del PNV en su precampaña electoral, conscientes de que necesitan marcar distancias en relación a los herederos de Batasuna para atraer electorado radical, ahora que Podemos ha logrado mover la foto en los sondeos de intención de voto. Lo malo está «en España», allá a lo lejos, venía a decir su presidente Andoni Ortuzar este fin de semana para presentarse como el representante de un partido casi perfecto en una comunidad en donde los escándalos de corrupción y las trampas casi ni existen. El PNV también tiene imputados. Pero defiende su inocencia sin tomar medidas sancionadoras como han tenido que hacer otros partidos.

La resolución de la crisis, la pacificación y el nuevo estatus, los tres pilares que sostienen la declaración de intenciones de la legislatura del lehendakari Urkullu, apenas avanzan. De ahí que el líder del PNV haya empezado a prometer que, después de las elecciones locales y forales, su partido va a dar un empujón a la ponencia parlamentaria sobre el «nuevo estatus», no vaya a ser que EH Bildu les dé la campaña recriminándoles su falta de decisión por una apuesta soberanista. De hecho, mientras el presidente del PNV intervenía ante la asamblea de su partido, el dirigente de Sortu posaba con el diputado de la CUP, en Vitoria, orgullosos los dos de «la insubordinación democrática» de las instituciones catalanas. Pero los socialistas no van a entrar en el juego del PNV ya que la ponencia parlamentaria, según recuerdan, es «solo para evaluar el autogobierno», así que si el PNV tiene que hacer alguna propuesta concreta deberá presentarla ante el hemiciclo, sin camuflarla en comisiones ni vestirla con rondas de partidos.

Pero antes, y por el riguroso orden que estableció el propio lehendakari, debería lograr progresos en la llamada pacificación. Y si la pacificación se halla enquistada es por la incapacidad de EH Bildu para admitir un relato de más de cuarenta años de tropelías de ETA que deslegitime la violencia, como esperan y se merecen las víctimas de la banda. Por eso, ante la falta de avances, buenos son los gestos. El lehendakari, con todo su Gobierno, ha querido homenajear a Fernando Buesa y a su escolta Jorge Díez, asesinados en Vitoria hace ya quince años, así como a José Ramón Recalde que sobrevivió a un atentado en 2000. Con una declaración institucional. Fue un gesto tardío, pero contundente. Y una fórmula genérica de autocrítica que la familia del dirigente socialista asesinado supo agradecer porque recordó que el Gobierno vasco, en aquel tiempo, no estuvo a la altura. Tanto es así que el propio Ibarretxe, años después, llegó a pedir perdón públicamente a las víctimas de ETA. Fue en 2007. En un acto en el que tuvo a muchas víctimas del terrorismo delante y a las que dijo que «la sociedad» no había estado a la altura, en efecto.

Ahora, el lehendakari Urkullu ha querido tener su gesto institucional. Con tres familias que sufrieron el azote del terrorismo. Con una llamada a la reflexión crítica «sobre lo que no se ha hecho» o sobre «lo que nos ha dividido frente a lo que nos une, que es el rechazo a la violencia y la solidaridad con las víctimas». Y quienes vivieron en primera línea aquellos acontecimientos recordaron que fue el PNV, y no la sociedad, quien no estuvo a la altura entonces y quien provocó una fisura en el bloque democrático cuando convirtió una parte de la manifestación que debería ser de rechazo al atentado del socialista Buesa y su escolta en un homenaje al lehendakari Ibarretxe. La memoria. Es importante conservarla. Y activarla. Para no volver a cometer los mismos errores. Y los mismos horrores.

El gesto que ahora ha tenido el lehendakari es de justicia. Pero el PNV no debería contentarse con medirse con EH Bildu. Lo que él ha hecho ahora resultaba obligado. Es lo que hacen todos los demócratas. Menos quienes justifican la barbarie cometida por ETA. Por eso resulta física y químicamente imposible comparar un partido que tiene a gala su comportamiento democrático con otra formación, como EH Bildu, que sigue aferrada a la justificación de la historia del terrorismo de la banda, incapaz de cuestionarla y rechazarla. La comparación con los herederos de Batasuna no tiene razón de ser. Algunos representantes suyos, a título personal, han participado en algún homenaje. Pero falta mucho para que estas formaciones legales tengan comportamientos democráticos en todos los órdenes de la vida política.

Con la proposición de Lezertua como candidato a Ararteko, por ejemplo, ha quedado la línea marcada. Que este jurista, presentado por el PNV y avalado por PSE y PP, aprobara en su momento la resolución del Tribunal de Derechos Humanos que ratificó la ilegalización de Batasuna gracias a la Ley de Partidos, «no parece un basamento democrático de primer orden» para EH Bildu. Y el socialista Pastor pone el dedo en la llaga: «Para buscar a un Ararteko entre personas que no comulgan con la doctrina del Tribunal de Derechos Humanos, igual tendríamos que localizarlo en una herriko taberna». Decía el patrono de la Fundación Fernando Buesa, Augusto Borderas, que las pistolas han callado, pero la ideología totalitaria y excluyente sigue. Quedan muchas cosas que hacer en esta Euskadi casi perfecta a la que se refiere el PNV. Para avanzar en el relato de lo que supuso el terrorismo, hará falta mucho más que gestos. Para ganar las elecciones, el PNV, con homenajes a las víctimas y unos ingredientes de reivindicación soberanista, quiere seguir jugando en el medio del campo.

TONIA ETXARRI, EL CORREO – 23/02/15