ABC – 09/03/16 – DAVID GISTAU
· Qué instructivo será ver fracasar incluso a quienes se pretendían más puros y mejores que la miserable castuza de siempre.
LA decisión del Rey de no convocar consultas tiene que haber supuesto un alivio para Rajoy. Recordemos que acusó a Schz de engañar a los españoles y al Monarca por aceptar el encargo de investidura que Rajoy rechazó sin tener cerrado un acuerdo con nadie. Ahora, el Rey va a evitarle a Rajoy sentir, según su propia argumentación, que engaña a los españoles con su disposición a recuperar la iniciativa perdida aceptando esta vez el encargo aunque su situación para cerrar acuerdos sea tan precaria como cuando desistió. O más, porque ahora hay nuevos rencores adquiridos durante los debates de la investidura fallida de Schz gracias a los cuales al menos resucitó el Parlamento, lo mismo como foro de la discusión nacional que como «show» de entretenimiento.
El ruedo ibérico, por rescatar a Carandell, el Celtiberia Show. No deja de ser significativo que otra vez se agolpe gente en el exterior del Parlamento y que no sea para tomarlo: gentíos de curiosos que no hace falta separar del Congreso con mamparas policiales. Sólo por eso, y por la vida insuflada, el Parlamento ha dejado de parecer el cadáver de una ballena varada en la playa. Los diputados no se sienten como si se hubieran acogido a sagrado para huir del miedo a la calle. En parte, porque la ira ahora está dentro, más o menos contenida por las ordenanzas.
Rajoy intenta ocupar el escenario al que primero renunció para después, consciente de los estragos del error, acusar de habérselo robado a todos los demás actores, Corona incluida. Pretendía hacer ahora exactamente lo que antes presumió de no haber hecho: cobrar protagonismo con una designación real de la que Schz abusó hasta el punto de hacerla pasar por una falsa investidura como primer ministro.
Pero el encargo no tendrá lugar, no, al menos, hasta que los partidos hayan madurado más sus coyundas para no seguir disparando al aire la munición parlamentaria una vez que la cuenta atrás hacia las siguientes elecciones ya comenzó. Ignoro si Rajoy volverá a enojarse con el Rey porque esperaba ese añadido de legitimación que Schz supo usar hasta que se desinfló en el Parlamento. Pero el Rey manda un mensaje claro: apáñense ustedes. No transfieran sus responsabilidades a las presunciones taumatúrgicas de la monarquía tal y como fue incrustada en la percepción colectiva durante la Transición.