El alcalde de Barcelona se rinde a los violentos

ABC  31/05/14

· Trias paraliza el derribo del edificio okupa tras cuatro noches de vandalismo

En pocas horas, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CiU), ha dado muestras de debilidad ante el conflicto abierto con los okupas del barrio de Sants por el desalojo y derribo del «casal» de Can Vies. En la noche del jueves, en una entrevista en TV3, mientras el primer edil abría la puerta a parar el derribo para retomar el diálogo con los antisistema, el canal conectaba en ese momento en directo con Sants y su reportero explicaba que algunos vándalos comenzaban a quemar contenedores en el barrio. Tras una protesta en forma de cacerolada, se consumó la que fue la cuarta madrugada consecutiva de disturbios, saldada con 23 detenidos (ya son 61 en total desde el pasado lunes), y 16.000 euros más en daños a mobiliario urbano (ya son 171.000 en total). La reunión que esa tarde mantuvieron el concejal del distrito, Jordi Martí, y el Centro social de Vecinos de Sants, que intentaban hacer de mediadores para buscar la «pax» con los okupas, no había servido para nada.

Y ayer Trias consumó su rendición, oficializó la paralización del derribo. En el peor de los momentos. A primera hora, los okupas convocaron a la prensa para anunciar su postura. Lejos de dejarse seducir por la bandera blanca que Trias había enarbolado en la televisión autonómica, se negaron a retomar el diálogo con el Consistorio y, menos la luna, exigieron de todo. De entrada, pidieron la dimisión de Trias y del concejal Martí, anunciaron nuevas protestas y pidieron la libertad sin cargos de todos los detenidos hasta la fecha por los altercados. También pidieron paralizar otros desalojos de centros okupas de la ciudad y reclamaron la «desmilitarización del barrio de Sants» (léase: la retirada de los Mossos).

Un gesto inútil
El Consistorio replicó a los okupas al mediodía con un comunicado. Un acta de rendición. El Ayuntamiento anunció que la empresa pública propietaria de la casa okupada, Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), había decidido paralizar las obras de derribo del inmueble como gesto de buena voluntad.

Así las cosas, el barrio de Barcelona se parece cada vez más al de Gamonal en Burgos. Como hiciera el pasado enero el alcalde de Burgos, Javier Lacalle (PP), al paralizar la construcción de un bulevar y un aparcamiento en la calle Vitoria tras días de altercados contra estas obras, Trias sucumbió también ante los alborotadores y paralizó un derribo.

Con todo, lo peor de la claudicación es que puede resultar inútil. Los representantes de la asamblea de okupas de Can Vies y Sants, junto a la Plataforma de entidades del barrio que les apoyan, siguen en pie de guerra. Y los otrora mediadores, los veteranos vecinos del Centro Social, han desaparecido de la escena, superados. Por lo pronto, anoche los okupas volvían a convocar una cacerolada en el barrio, lo que se intuía como otro invitación para que los vándalos encendieran de

nuevo el barrio. Y para hoy los okupas preparan una doble convocatoria que puede terminar en otro caos de magnitudes incalculables. Esta mañana, los okupas se citarán ante el «casal» de Can Vies, medio derruido y aún acompañado de la excavadora que los vándalos quemaron, con el propósito de comenzar los trabajos para su «reconstrucción».

El Ayuntamiento, por su parte, advirtió de que instalará un perímetro de seguridad alrededor de la casa para evitar «riesgos a personas». «Nos plantaremos con los vecinos, algunos de ellos arquitectos, y empezaremos por lo primero, limpiar los cascotes», señalaba ayer a ABC un miembro del colectivo okupa.

¿Qué hará el Ayuntamiento y los Mossos d’Esquadra ante ese desafío? Pues precisamente los okupas ponen como una de las condiciones para no seguir con su lucha que se les deje realizar la reconstrucción de su maltrecho «casal» sin impedimentos. Una dosis más de chantaje.

Ya por la tarde, a partir de la siete, el foco de atención se desplazará al centro de la ciudad, en Plaza Universidad. Varias «columnas» marcharán por la ciudad para confluir allí en una manifestación, una protesta que pondrá a prueba a los Mossos. En la mente de todos, disturbios como los registrados en las últimas huelgas generales, en el desalojo de la antigua sede de Banesto en Plaza Cataluña o en el desalojo en mayo de 2011 de los «indignados» que camparon en ella.