ABC 27/09/15
IGNACIO CAMACHO
· Acaso en lo único en que los soberanistas no han mentido es en su expresa determinación de quebrantar las leyes
AUNQUE Artur Mas se empeñe en la sesgada identificación retórica de libertad con independencia, Cataluña es una sociedad enteramente libre. Sus libertades civiles están amparadas por una de las constituciones más avanzadas de Europa y su amplio autogobierno por un Estatuto de rango cuasi confederal que les garantiza instituciones propias. Los catalanes tienen pleno derecho político a decidir y lo han ejercido desde 1977 en treinta y nueve elecciones y cuatro referendos. Y por más que el nacionalismo haya sembrado la falacia de la falta de soberanía al reclamar un inexistente sujeto político propio, gozan, como el resto de los españoles, de completa ciudadanía democrática.
Esa ciudadanía se ejercita a través de la responsabilidad individual del voto. Pero votar en libertad significa también asumir las consecuencias de esa decisión inalienable. El marco jurídico ampara un debate electoral sin cortapisas, en el que incluso la mentira o la manipulación forman parte del juego de argumentos cuyo contraste deben depurar los ciudadanos en el ámbito adulto de reflexión que proporciona la democracia. Ningún partido, ningún dirigente puede cometer una arbitrariedad o un disparate si no obtiene el apoyo del sufragio mayoritario. No caben, pues, excusas: las urnas carecen de libro de reclamaciones y cada cual debe conocer el efecto de sus propios actos.
Por tanto, de lo que suceda a partir de hoy serán los catalanes los principales responsables. El planteamiento está explícito: hay un bloque político expresamente decidido a quebrantar la ley y un Estado expresamente comprometido a defenderla. El conflicto no deja lugar a confusiones o inadvertencias: tal vez en lo único en que los soberanistas no han mentido es acerca de su intención de desafiar las normas para emprender de cualquier modo una secesión a la que legalmente no tienen acceso. Los ciudadanos lo saben, y tienen la oportunidad de impedir ese desafío o de alentarlo. Mañana ya no será posible depositar en el extravío de ciertos políticos o en la firmeza de otros la responsabilidad exclusiva de lo que pase.