IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Antes de terminar 2023, Bruselas obligará a España a arreglar el entuerto actual… o lo arreglará ella. Vendrán ajustes duros
Ya sé que insisto demasiado con este tema que, en realidad, solo nos preocupa a mí y a otros tres cobardicas como yo. Me disculpo. Pero hoy quería preguntarme cómo termina este lío, cómo se rellena el tremendo agujero que provocamos en las cuentas públicas como consecuencia de la unión de tres factores. Primero está la profundidad y la duración de la crisis, que supera nuestros peores temores y que nos obliga a gastar dinero a mansalva para atender a los enfermos, sostener a los parados, aliviar a las empresas, etc. Después se suma la preciosa divisa elegida por Pedro Sánchez para su legislatura, eso de que ‘Nadie se quede atrás’. Y todo ello sucede en medio de la ausencia total y absoluta de cualquier referencia al esfuerzo personal y colectivo (salvo a los sanitarios), y la negativa ciudadana a aceptar cualquier deber -a veces incluso el deber de cuidarnos a nosotros mismos- y desprendernos de cualquier derecho.

Lo arreglamos todo a base de aumentar las revoluciones de la máquina del gasto, destrozar los Presupuestos Generales, agrandar los déficits y aumentar el hipopotámico tamaño de nuestra deuda. En 2020, y por primera vez en la historia, el tamaño del gasto público superó el 50% del PIB y este año insistiremos en ello. Lo público, por encima de lo privado. ¿Cómo termina esto? Creo que la manera de averiguarlo consiste en recordar lo que pasó en mayo de 2010. El día 5 de aquel mes aciago, José Luis Rodríguez Zapatero dijo: «Reducir el déficit no es una buena opción». Siete días más tarde, el 12, subió al estrado del Congreso con cara de funeral y en tan solo dos minutos anunció el mayor recorte de gasto social realizado hasta la fecha en este país. Se bajó un 5% el sueldo de los funcionarios, se congelaron la mayoría de las pensiones, se eliminaron las ayudas por hijo, se redujeron las asistencias a los mayores y se quitaron 6.000 millones a la obra pública y 600 a la cooperación internacional.

«Hasta ahora todo lo estamos arreglando con más gasto y el destrozo del Presupuesto»

¿Que pasó la semana intermedia? Pues varias cosas. Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco Central Europeo de la época, se mostró contrario a mantener el ritmo de compra de deuda, lo que derrumbó la Bolsa e impulsó a la temible prima de riesgo. Los líderes europeos, con Angela Merkel a la cabeza, se dirigieron a Zapatero para pedirle que cortara por lo sano. En la reunión del Eurogrupo le hicieron llorar a la vicepresidente Elena Salgado y hasta Barack Obama llamó a La Moncloa para expresar su preocupación. Como dice Luis Garicano con su fina ironía, «esto terminará con una repetición del ‘momento Zapatero’».

¿Estamos lejos de ello? Ni mucho menos. Le doy unas cifras. El déficit público de 2010 fue del 9,2%, el de 2020 ha sido del 11,2%. El paro era del 20,3% un poco más elevado que el actual, pero menos si incluimos a los ERTE y a los autónomos con merma de actividad. ¡Agárrese! Debíamos 559.000 millones de euros y ahora debemos más de 1,3 billones. Más del doble. En porcentaje sobre el PIB, entonces suponía el 60,5% y ahora supone el 120%.

Con la aplicación de tamaños recortes, Zapatero pretendía comprimir el gasto en 15.000 millones. Cuando suceda de nuevo, será necesario duplicar el esfuerzo. Como poco. ¿Nos obligarán a hacerlo? No lo dude. Los europeos no son tontos. Ahora nos apoyan y seguirán un tiempo así, porque dejarnos caer es peor para ellos. Pero cuando consigan recluir sus déficits en el entorno del 1/3%, no van a consentir que nosotros nos mantengamos por encima del 6%. Esto es como el chiste del dentista. Si pinchan el bote y permiten que nos hundamos, acabarían ellos en el agua, pero si ellos reman con ímpetu para llegar a la orilla, nos obligarán a remar, como hacían los romanos con los galeotes en las galeras.

¿Cuándo sucederá tal cosa? Pues este año no, con seguridad; y probablemente el siguiente tampoco, pero no nos dejarán terminar el 2023 con el vermouth en la mano y la aceituna bailando con los hielos en el vaso. Nos obligarán a arreglar el entuerto actual… o nos lo arreglarán ellos a la fuerza. Lo cual nos conduce a un escenario muy incómodo de ajustes duros y grandes recortes. No los hicimos antes, cuando debíamos, y no los haremos ahora, cuando debemos. Los haremos cuando llegue el ‘momento Zapatero, bis’. Como aún queda tiempo, nadie se preocupa y asistimos al empeoramiento constante de la situación con inconsciente temeridad. Por eso el arreglo necesario será esta vez más duro. Mientras llega, no se olvide de disfrutar y de cuidarse.