El país inexistente

LUIS VENTOSO – ABC – 02/09/16

Luis Ventoso
Luis Ventoso

· Algunos piensan que la historia de España comenzó en la guerra civil.

En parte de la sociedad española, acusadamente entre la izquierda adolescente y el separatismo ayatoliano, se ha instaurado un extraño paradigma mental que podría sintetizarse así: «España es un invento de Franco». Tan lisérgica idea habita también en el subconsciente de muchos vascos, gallegos y catalanes, bien formados y en general cabales, pero en cuyos esquemas mentales ha ido calando la lluvia fina –más bien chorreo– del nacionalismo.

Tuve ocasión de constatarlo este verano charlando con unos amigos vascos. Se me ocurrió lamentar el poco aprecio que mostramos los españoles por nuestro país, que tanto contrasta con lo que percibo en Inglaterra, donde cualquier fruslería propia es saludada con hipérboles: «brilliant», «magnificent», «superb». En seguida llegó su réplica: «Es que aquí todavía pesa mucho Franco. Por ejemplo, cuando volvió la democracia tenía que haberse cambiado la bandera». Me quedé un poco flipado. Traté de rebatir: «Pero si la actual bandera española es la época de Carlos III, de 1785». El dato les resbaló. Los hechos históricos no importan. España no existe. Y si existe, que no se note.

Parte del problema se debe al error primigenio de ceder la competencia de educación a las comunidades. Los niños deben estudiar al milímetro la historia local, muchas veces bruñida con fantasías (y papa noeles autóctonos inventados ayer). Pero la historia de España se ha convertido en una nota a pie de página, casi vergonzante. Si al profesor de turno lo adorna el noble credo progresista, incluso intentará soslayar tan franquista temario.

El segundo factor que ha liquidado el patriotismo es el desnorte del PSOE tras el virus zapaterista. Los actuales socialistas se acomplejan a la hora de defender su país y su unidad. Jamás escucharán a un dirigente de este PSOE ensalzar o evocar un hecho de nuestra historia, o celebrar nuestros éxitos y acervo común, o recurrir a una cita de Quevedo, Calderón, Pla o Valle-Inclán (fue paradigmático el reflejo de Sánchez en el pasado debate, cuando tachó de carca a Rajoy por citar el Quijote).

Ayer tuve la oportunidad de ver en el Museo de Londres una recomendable exposición sobre el fuego que arrasó la ciudad hace hoy 350 años. Entre los documentos que destacaban, aparecía una gaceta española de la época, que daba cuenta de la calamidad. Verla allí daba que pensar. Cuando regiones que hoy aspiran a mini estados no existían en el orbe mundial, España ya era un actor de primer orden, la mayor potencia del planeta. Pero…

De los tres edificios de madera que se salvaron del incendio de Londres, uno lo ocupa hoy la «embajada de Cataluña». Ayer Romeva, que se presenta como ministro de Exteriores, nombró nuevo embajador. ¿Cómo un país tan excelente como España, que ya era importante hace cinco siglos, ha permitido esta deriva? ¿Cómo se ha vuelto tan pusilánime que es incapaz de encausar en plazo a los sediciosos que desde el Parlamento Catalán han iniciado un golpe contra su legalidad? España existe, por supuesto, pero sus intelectuales y políticos deben darla a valer. A Sánchez e Iglesias les da repelús, sí. Pero son solo una manchita en un larguísimo camino.

LUIS VENTOSO – ABC – 02/09/16