El pase a la clandestinidad

EL MUNDO 04/08/15 – ARCADI ESPADA

· Durante  todo el día de ayer, el presidente Mas mantuvo en secreto no solo el texto de la convocatoria electoral sino incluso el lugar, la hora y las características del acto. Cerca de las siete de la tarde se supo que sería en el palacio de la Generalidad y a las nueve de la noche, una hora tardía e insólita, gallinácea, solo adecuada para los intereses del telediario de la noche, que coinciden, por supuesto, con los de Catalunya. De este modo Mas logró que el agostado periodismo estuviera todo el día pendiente de sus secretos. Sus roncos portavoces trataban de justificar la conducta del presidente en razón de la hipótesis de que el Gobierno del Estado convocara también hoy elecciones generales para el mismo 27 de septiembre: como ambas elecciones se rigen por la misma ley, el estipulado plazo de 54 días acababa a las 12 de la noche.

En el delirio circundante insinuaban que Mas podría firmar el decreto pocos minutos antes de que el plazo expirara, para abortar así la hipotética reacción del Gobierno del Estado. Algo debió de convencerles. Tal vez una exploración de la genética (por lo demás muy razonable en esta circunstancia) del presidente Rajoy. Así que lo dejaron a las nueve. Con un espectacular prime time acordado: retransmisión en directo de la firma del decreto y de la declaración institucional posterior. Y a las diez, entrevista con el jefe de la oposición, Oriol Junqueras (juro que así lo anunciaron), el que va en la misma lista de Mas, de quinto levanta. Es impresionante que aún haya personas dentro y fuera de Cataluña que exijan la inmediata entrada de los tanques por la Diagonal, cuando lo que tienen que entrar son ambulancias.

La enfermedad de la Cataluña institucional está directamente vinculada con su pase a la clandestinidad. En esta última teatralización de Mas hay un evidente reflejo del antifranquismo, como el reflejo de la funesta Asamblea de Cataluña es evidente en todo el movimiento secesionista. Uno de los efectos más conocidos de la clandestinidad es la viciosa percepción del mundo que conlleva. Todo cuadra; pero solo en la habitación y entre nosotros. El peligro, sin embargo, es que la delirante Cataluña institucional acabe arrastrando a la clandestinidad a la Cataluña real. Para ayudar a evitarlo sería interesante que el Gobierno del Estado recordara que Mas va de victoria en victoria hasta la derrota final. Pero de victoria en victoria.