El plan

DAVID GISTAU-EL MUNDO

SI YO fuera uno de los susurradores en plan Rob Lowe en el Ala Oeste que rodean a Sánchez, ahora estaría en su despacho proponiéndole un plan magistral: «No, presidente, no se trata de imitar a Kennedy, y deje ya de insistir en que Marilyn le cante el cumpleaños feliz, eso no lo podemos conseguir». La idea consistiría en aprovechar la jornada de la ira convocada en Barcelona el 21-D para revertir la impresión mendicante en relación con el independentismo que tanto daño está haciendo lo mismo a las perspectivas electorales que a la cohesión del partido, donde ya todo el mundo se pelea por conseguir un lugar en las chalupas de salvamento. Me ha parecido ver a Page haciéndose sitio disfrazado de mujer y con una hogaza de pan imitando un bebé.

La reunión con Torra quedaría descartada. Nadie apreciará ya el esfuerzo por dialogar con un perturbado que se está curando algún complejo fálico con la fantasía de imaginar enhiestas cosas de gran calibre que disparan proyectiles. Además, de lo que ahora se trata es de españolear y de mostrar una disposición combativa, qué digo combativa, heroica, predispuesta al sacrificio en el altar de la patria. Va a ser inevitable, presidente, poner en compromiso la integridad física de dos o tres ministros. Pero, dejémonos de joder, usted sabe que no los necesita a todos y que de hecho hay alguno que, por su abrasión, resultaría más útil cautivo de los CDR y atado al tótem de las torturas que sentado en el Consejo. No, no los mire, que se van a dar cuenta y ese día alegarán una gripe para no ir.

Lo primero que habría que hacer al llegar, mientras ahí fuera vociferan las masas enardecidas, y queman retratos del Rey, y rompen escaparates, y dicen palabrotas mientras la cabeza les rota sobre su propio eje, es hacer que todo el Gabinete ice en la azotea una bandera española componiendo una estampa plagiada de la fotografía de Iwo Jima. La ventaja, presidente, es que ésta sería una secuencia de exteriores que le permitiría usar las gafas de puto amo y hasta una pipa de maíz como la de McArthur. No, presidente, aquí tampoco podemos meter a Marilyn. Luego se pone el casco de Nasío p’a matar y trata de salvar a los ministros capturados, en vano, pero a cambio deja una demostración de bizarría a la española que ya quisiera Vox. Esto es El Álamo, presidente, esto es el renacer de la galanura marcial a lo Vicente Parra, volvemos silbando como los del río Kwai, sólo que pasodobles. Nos atizamos un chinchón por los caídos y disolvemos cámaras.