En nombre del Rey

Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • «El proyecto de colonización ideológica de la Universidad y el reparto de cargos para amigos, militantes y demás categorías hace ‘tabula rasa’ como si nada hubiera ocurrido desde 1978 y solo existiera un único pensamiento»

Con la mascarilla hemos perdido la sonrisa. Los ojos, por sí solos, se han convertido en el espejo del alma. Con la mirada se transmite pena, alegría, dolor o alivio y un sinfín de sentimientos, en un abrir y cerrar de ojos. No hay más que repasar una a una, las de los funcionarios y voluntarios al Rey, mientras les habla con gestos medidos y sin posar para la foto como un fin en sí mismo. Ojos serenos, afectuosos con las palabras del Monarca. Tampoco hay que perder de vista cómo el embajador Ferrán -un héroe real al que Eastwood le dedicaría una película- escucha a Felipe VI. Se le ve, gracias a su mirada, conmovido, a pesar de la mascarilla, con una gran sonrisa de satisfacción, de paz por el deber cumplido y de calma al verse reconocido. Las miradas al Rey asoman verdad. No resultan forzadas sino naturales. Menos mal que por fin, en esta crisis, Felipe VI ha podido aparecer justo cuando los focos se iban a apagar por exceso de uso.

Ahora que el ministro Manuel Castells quiere borrar al Rey de los títulos universitarios convendría recordarle la legalidad constitucional del país en el que vive y en el que, además, por esas cosas de la aritmética parlamentaria, le ha tocado ser ministro en el reparto. ¿Dónde queda su promesa de lealtad al Rey al suprimirle de los documentos que se expiden en su nombre? El proyecto de colonización ideológica de la Universidad y el reparto de cargos para amigos, militantes y demás categorías hace ‘tabula rasa’ como si nada hubiera ocurrido desde 1978 y solo existiera un único pensamiento. El ministro Castells debería recetarse el catálogo de recomendaciones contenido en el ‘Elogio de la Templanza’ escrito por el magistrado González-Trevijano el pasado sábado en ABC, especialmente en lo que se refiere a abjurar de la arrogancia. No importa la edad si emerge sabia la rectificación. Que se fije el ministro de las Universidades en el presidente del Gobierno. Ya no quiere cerrar el Ministerio de Defensa. Solo le faltan las estrellas de general en las solapas.