Ensayo general

Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • Si de la autodestrucción de Ciudadanos nace el actual momento político en España, echen a volar la imaginación tras las elecciones del 4M

Sostiene Narciso Michavila (GAD 3), por sus aciertos le conoceréis, que el 4M es un ‘ensayo’ de las generales. Eso sí, con público. Como en la Moncloa saben de sobra leer las encuestas -alguno de por allí vive de ello desde hace tiempo- se han ido ya al 5M, miércoles por más señas. Que si pasa esto hacemos lo siguiente. Y si es lo otro, nos salimos por un recoveco. No hay que olvidar de dónde venimos y por qué hay elecciones en la Comunidad de Madrid. La respuesta es muy fácil: el 14F de Cataluña. En el PP sabían que debían tener la guardia alta, no por el nuevo descalabro popular, sino por la previsible implosión de Ciudadanos, del todo a la nada. El 10 de marzo, también miércoles, solo 24 días después de aquellas urnas catalanas, comenzó la operación con la presentación de una moción de censura en Murcia, primera ficha del dominó que terminaba en la caída de Isabel Díaz Ayuso, caza mayor. Ciudadanos se prestó al juego de Pedro Sánchez y fin de la cita, que dijo Mariano Rajoy.

Del 14F lo único que no ha salido es un Gobierno en la Generalitat. Si de la autodestrucción de Ciudadanos nace el actual momento político en España, echen a volar la imaginación tras el 4M. Al diagnóstico de Michavila sobre el ensayo general, hay que añadir las dos tablas de salvación a las que se agarra el presidente del Gobierno antes de hacer zozobrar el barco de la legislatura: vacunas y fondos europeos. En ambos casos, crecen las dudas e incertidumbres.

La crisis de AstraZeneca le estalló a Sánchez en África, otro continente bien grande para atacar a Díaz Ayuso. Los dineros de la Unión Europea-si llegan este año y el Constitucional alemán lo consiente- a cambio de reformas, que se noten. Con la deuda pública a rebosar en el colmado del BCE, el paro en seis millones, con o sin anestesia (ERTE), y las autonomías de los nervios por el fin de la alarma a Sánchez no le quedará más remedio que pensar en la convocatoria de generales para proclamar, únicamente, que viene la ultraderecha.