Del Blog de Santiago González

Quin parell de simples!

La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la inmunidad de Oriol Junqueras tiene en un ay a los principales implicados. A los de ERC y su líder, pónganse en su lugar, dos años largos en prisión, mientras el pastelero de Amber se hacía un Dencàs en el maletero de su coche. Y ahora, cuando el Tribunal de Luxemburgo les reconoce  a ambos la inmunidad europarlamentaria desde la proclamación de resultados, y al cíclope de ERC no le va a beneficiar, por una razón elemental: la sentencia le reconocía la inmunidad como preso preventivo, pero no desde que el Supremo dictó condena firme contra el sedicioso malversador. Ahí el TJUE no tiene nada que decir sobre el fondo de la cuestión y está a lo que diga el Supremo español.

O sea, que de libertad, nada, mientras los golpistas prófugos, un suponer Puigdemont y Comín, recogían ayer sus actas y se daban una vuelta por el europarlamento para hacerse selfies. Otro tanto cabe esperar de Clara Ponsatí, que será europarlamentaria  por el hueco que deja el Brexit. Inconvenientes de que el sistema español no permita juzgar ‘en rebeldía’ a nuestros delincuentes.

El fallo del TJUE ha venido a convertirse en un problema extraordinario para la investidura de Sánchez, al envalentonar a Esquerra y cabrearla al mismo tiempo por el trato de favor a Puigdemont que a partir de ahora podrá moverse libremente por Europa. Como es habitual, para explicarlo todo y que no se entienda nada están las damas del doctor Calamidad: Carmen Calvo e Isabel Celaá. La vicepresidenta dio una muestra de su talento al decir que “la sentencia de Junqueras es herencia de Rajoy”, lo que le ha valido una petición de comparecencia en el Congreso firmada por 80 diputados populares.

Lo de la ministra portavoz también tiene su aquel. En su comparecencia posterior al Consejo de Ministros dio a general conocimiento la confianza del Gobierno “en que Oriol Junqueras siga en la vía política y salve la negociación para investir a Pedro Sánchez”. Es curiosa la tendencia de los socialistas al atribuir el interés por las cosas a las personas equivocadas. El portavoz de Esquerra en el Parmanto de Cataluña, Sergi Sabriá, vino a explicar ayer que la investidura de Sánchez no es asunto que a ellos les motive especialmente. Ese error en la identificación del público de interés, es un clásico en el socialismo. En los tiempos del proceso de paz de José Luis insistieron tanto en que Batasuna, ilegalizada por sentencia del Tribunal Supremo en marzo de 2003, debía legalizarse que acabaron convenciendo a la izquierda abertzale de que la recuperación de la legalidad perdida era una aspiración prioritaria del Estado. Celaá dijo que no hay plan b para  la investidura, aunque lo correcto sería que el PP hiciera como el PSOE en 2016, cuando se abstuvo para posibilitar la investidura de Rajoy. Qué desfachatez, cuando se abstuvo el del no es no y su gente de confianza: Margarita Robles, Meritxel Batet, el plagiario Cruz, José Zaragoza, Odón Elorza, Zaida Cantera, Susana Sumelzo y así hasta 15. Lastra se abstuvo “por imperativo legal”. Celaá no estaba en la política nacional y no se acuerda.