BRAULIO GÓMEZ-EL CORREO

  • El impacto de una pandemia desconocida era un enigma y el Sociómetro desvela que los vascos no han echado de menos más poder de decisión

Ha crecido el rechazo a la independencia en Euskadi a su nivel más alto en lo que va de siglo en el mismo año en el que el Parlamento vasco cuenta más representantes abertzales. Los datos del Sociómetro que se conocieron esta semana presentan más información valiosa que refuerza la idea de la pérdida de peso de la dimensión territorial e identitaria para explicar los buenos resultados de las dos fuerzas nacionalistas vascas en los últimos años, especialmente el éxito electoral del PNV. La identidad excluyente vasca se encuentra también en su mínimo histórico. Los ciudadanos que se sienten sólo vascos han pasado de representar al 33% de la sociedad en 1998 a un 19% en la actualidad. La identidad dual, vasca y española, se ha reforzado durante la pandemia.

El impacto de una crisis desconocida en el debate político vasco era un enigma. La agenda del último año ha estado monopolizada por la gestión de la Covid-19 y una de las principales tensiones que se han desencadenado de forma recurrente ha sido la del conflicto competencial entre el Gobierno vasco y el español. La declaración del estado de alarma transfirió en un inicio el mando único al Gobierno español y durante los primeros meses se hablaba de recentralización e incomodidad por el incremento de la presencia del Estado en Euskadi. La ciudadanía vasca, en los días más centralistas de la pandemia, no se incomodó tanto como sus líderes. Sólo un 15% creía que el Gobierno estaba aprovechando el estado de alarma para reforzar la identidad española y un 19% para limitar el autogobierno. La mayoría de los votantes del PNV y EH Bildu compartían esta impresión. Apenas un tercio de los votantes de los partidos nacionalistas vascos sentían amenazado su autogobierno por la asunción del mando único por parte de Pedro Sánchez.

La cogobernanza que vino de la mano de la primera desescalada visibilizó más la gestión del Gobierno vasco de la pandemia y la ciudadanía no apreció un salto de calidad con el aumento de medidas impulsadas por su Ejecutivo autonómico. Según el Deustobarómetro del pasado invierno, tan sólo el 15% de la ciudadanía vasca apoyaba que Vitoria tuviera todos los poderes y competencias para gestionar la pandemia. Incluso había más ciudadanos que echaban de menos el mando único, un 19%. La mayoría de los votantes tanto del PNV como de EH Bildu también mostraban su apoyo a la gobernanza compartida.

En los últimos años la ciudadanía vasca se caracterizaba por suspender la gestión del Gobierno español y aprobar la gestión de su Gobierno autonómico. En cambio, cuando se les ha preguntado por la gestión de la pandemia, la mayoría ha suspendido a los dos por igual. El Ejecutivo de Urkullu no ha llegado al 5 de valoración ciudadana ni en su capacidad de tomar medidas eficaces contra la pandemia, ni en su capacidad de comunicar de forma clara y rendir cuentas a la ciudadanía. Esta valoración negativa simétrica de ambos es una novedad que ha traído la pandemia. Como también es una novedad, muy relacionada con la anterior, la tendencia negativa en la valoración del lehendakari. La popularidad y la valoración de Iñigo Urkullu mostraba una tendencia ascendente continua desde 2016 que se ha invertido tras más de un año de pandemia, según el Sociómetro.

Los datos muestran una ciudadanía que no tiene expectativas a corto plazo con relación al incremento del autogobierno y que no ha echado de menos mayor poder de decisión para luchar eficazmente contra la pandemia.