La plurinacionalidad no existe (y además es imposible)

SANTIAGO TRANCON – EL PAIS – 07/03/16

· El concepto de nacionalidad introducido en la Constitución es un invento forzado que se ha convertido en palabra muerta.

La nación política es inseparable de la delimitación de un territorio, o sea, de un espacio geográfico donde vive un conjunto de ciudadanos. Oponer al concepto actual de nación, jurídico y territorial, el romántico de nación cultural o pueblo, como sujeto anterior y sobre el que se funda la nación política, no es más que una invención ideológica. Frente al hecho fáctico y físico de la nación como entidad política y territorial, que reúne a un conjunto heterogéneo de ciudadanos bajo leyes comunes, se opone la idea de nación cultural, étnica y lingüísticamente homogénea, que disuelve a los individuos en una unidad metafísica superior y trascendente. La discusión sobre la plurinacionalidad a la que Podemos se ha agarrado para mantener su frágil confluencia, no es más que una argucia y una falacia que trata de ocultar la diferencia e incompatibilidad entre estos dos conceptos de nación.

Hablar de plurinacionalidad es dar por supuesto la existencia de varias naciones étnicas o culturales que tienen derecho a constituirse en naciones políticas, aceptando, en consecuencia, que la única nación política y jurídicamente existente, desaparezca. La inconsistencia y la voluntad de confundir y engañar se pone enseguida de manifiesto cuando ni siquiera se especifica cuántas y cuáles son las nuevas naciones a las que se quiere reconocer su derecho de autodeterminación política mediante, no un referéndum, sino al menos media docena de ellos, o sea, un plurirreferéndum.

Aceptar la discusión sobre la plurinacionalidad (a la que nada menos que se quiere otorgar un ministerio) es ya entrar en el juego fangoso del secesionismo, que empieza por imponer un lenguaje y unos términos inaceptables. No, señores de Podemos, PSC y demás componedores del encaje y el remiendo asimétrico: la plurinacionalidad no existe.

Ni los territorios ni los ciudadanos están hoy enredados en ningún enfrentamiento territorial.

No existe ni siquiera como concepto. Nacionalidad sólo tiene un significado correcto en español: se refiere al reconocimiento oficial de la condición de ciudadano perteneciente a una nación o Estado nacional. El concepto de nacionalidad introducido ambiguamente en la Constitución como sustituto eufemístico de nación, ha mostrado ser un invento forzado que ha acabado convirtiéndose en palabra muerta. La prueba más evidente es que nadie la usa tal y como trató de imponerse. Por engañosa ha acabado sustituyéndose por nación, lo que ha generado todo tipo de conflictos y confusiones.

Si no existe la “nacionalidad” como remedo de la nación, menos aún la plurinacionalidad, un heptasílabo abstracto tan ampuloso como vacío. Sustitúyase, por tanto, por lo que de verdad se quiere decir: que España es un Estado arbitrariamente creado e impuesto, formado por múltiples naciones que tienen derecho a independizarse o a decidir libremente su encaje dentro de una hipotética entidad común a la que deberíamos llamar Plurinación o Confederación de Naciones.

Este proyecto, decimos que además es imposible. Imposible porque supondría transformar España en al menos cinco nuevas naciones políticas y territoriales soberanas e independientes, con sus correspondientes fronteras y controles territoriales, además de la ruptura y reorganización de todos sus vínculos, entramados y relaciones económicas, comerciales, jurídicas, de defensa, sociales, familiares y de todo tipo hoy existentes. Otro tanto ocurriría con las relaciones que debería establecer cada nueva nación con Europa, que partirían de cero al dejar de pertenecer automáticamente a la Unión Europea. Todo esto en el supuesto fantástico de que se llevara a cabo pacíficamente, respetando el actual marco jurídico establecido en la Constitución y con el apoyo de una amplia mayoría de ciudadanos, tanto en toda España como en los territorios de la “plurinacionalidad”.

Defender este “derecho a decidir” parece apelar a ese delirio de creer que uno, por el mero hecho de ser quien es, tiene derecho a hacer lo que le da la gana.

Si política, económica y socialmente es imposible establecer ninguna plurinacionalidad, ¿por qué se presenta como si fuera la gran solución a la crisis política actual? No le llamemos crisis territorial, porque ni los territorios ni los ciudadanos están hoy enredados en ningún enfrentamiento territorial, sino sometidos a una obstinada manipulación ideológica por parte de políticos oportunistas e irresponsables. Es posible que estos recién llegados actúen también con la soberbia y altanería que proporciona la ignorancia y la incapacidad mental para pensar con un mínimo de rigor y coherencia. ¿Por qué insisten en ese imposible y general “derecho a decidir” (la independencia), que una parte de los catalanes quiere imponer al resto de catalanes y al conjunto de españoles, y ellos extender a todos los pueblos de España?

España es hoy una nación democrática plena, política y jurídicamente organizada en un Estado de derecho, aceptada como tal por la mayoría de sus ciudadanos con independencia del territorio donde vivan. Transformarla en al menos cinco nuevas naciones-Estados, que es la posibilidad que la defensa de esa plurinacionalidad implica, es un verdadero despropósito. Defender este “derecho a decidir” parece apelar a ese delirio, tan español, de creer que uno, por el mero hecho de ser quien es (y más si es catalán, vasco o gallego), tiene el soberano derecho a hacer y decidir lo que le da la real gana. ¿Quiénes son los demás para quitarme a mí ese derecho? ¡A mí nadie me hace español a la fuerza, lo seré si me da la gana o me sale de ahí! El yo omnipotente, halagado y camuflado en el plural “nosotros”, se convierte en el sujeto último de derechos.

No se repara en que los otros también pueden apelar a su real gana para seguir siendo ciudadanos libres e iguales dentro de una nación única. Tan zafia argumentación perece ser el argumento supremo que ampara a la plurinacionalidad y a los neoplurinacionalistas. Por falta de archisílabos (Aurelio Arteta) que no quede.

Santiago Trancón Pérez es profesor y escritor.