JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS-EL CONFIDENCIAL

  • Sánchez ha logrado el 14-F todos sus objetivos. Le queda el más importante: que España no se hunda en Cataluña y que el Estado no sea allí un ‘puching ball’

Sánchez ha logrado sus cinco objetivos el 14-F en Cataluña. El primero de todos ellos, lograr que el efecto Illa funcionase y llevase al PSC a ser el partido más votado. A muchos ciudadanos no catalanes les extrañará que el gestor de la pandemia, tan criticado, haya duplicado el número de escaños y subido 10 puntos de porcentaje en el voto popular. Sin embargo, la idiosincrasia del exministro de Sanidad era idónea para el momento catalán.

Nadie ponía en duda su militancia catalanista, pero el de Illa es un perfil alejado de las vulnerabilidades soberanistas, tan abundantes en su partido. Representa al sector más convencido de la compatibilidad de esa doble y natural condición de catalán y español, y lo mantiene sin conflicto ni sentimental ni ideológico. Sus maneras —serenidad frente a la crispación— y el conocimiento público de su perfil durante la larga pandemia han sido factores decisivos. Es ecuánime reconocerle a Pedro Sánchez el acierto de aceptar la oferta de Iceta para que Illa le sustituyese, pese a los costes iniciales de esta operación.

Para la política del Gobierno, era un objetivo importante que ERC sobrepasase a JxCAT y también lo ha logrado. La colaboración entre el PSOE y Unidas Podemos con los republicanos ha sido uno de los fundamentos de la estrategia parlamentaria del Ejecutivo, porque, además de asegurarse (investidura y Presupuestos) los 13 escaños catalanes, ha arrastrado los cinco de Bildu. Esos 18 votos en el Congreso son decisivos para determinados hitos de esta legislatura que se consolida.

Observados los resultados desde ERC, sus dirigentes pueden entender que su difícil sintonía —pero sintonía a fin de cuentas— con Pedro Sánchez también les ha revertido de manera favorable, por escasa que sea la diferencia de su ventaja sobre los de Puigdemont, un personaje que ha quedado disminuido.

El tercer objetivo: los ‘comunes’ de Albiach han salvado los muebles. Son los corresponsales en Cataluña de Podemos. No han perdido escaños, pero sí porcentaje de voto (pasan del 7,5% de 2017 al 6,9% de este domingo), con el dato añadido de que disponen de mala implantación territorial porque no están presentes en las circunscripciones de Lleida y Girona, lo cual remite al encogimiento del populismo izquierdista. Se trata de una contracción que a Pedro Sánchez le sirve. Se queda en lo que necesitaba.

El cuarto objetivo logrado por la estrategia del secretario general del PSOE ha consistido en propiciar —ninguneando al partido— el desplome de Ciudadanos. Esta formación representaba el liberalismo centrista con Inés Arrimadas. Ahora se ha convertido en un territorio para la expansión del ala más moderada de los socialistas, que no desaprovecharán la descomposición de Cs, que comenzó con la pésima gestión de su victoria catalana de 2017 y la igualmente errada de abril de 2019 tras las elecciones generales, ejecutadas ambas bajo la dirección de Albert Rivera.

Salvador Illa se ha llevado la parte de león del electorado otrora de los naranjas, cuyas raíces estaban, precisamente, en el PSC con menos proclividad al catalanismo con resabios soberanistas. Se han ido en masa a las siglas socialistas, aunque —y aquí viene el quinto objetivo logrado por Sánchez— también han migrado a Vox, la extrema derecha, que ha sobrepasado también al PP, logrando los mejores resultados en términos relativos: de la nada a 11 escaños y con más de 200.000 votos.

Como hiciera Rajoy con Podemos —favorecer sutilmente las posibilidades de Iglesias frente a las de Sánchez—, el presidente del Gobierno ha interactuado intencionalmente y a la contra con Abascal en detrimento de Pablo Casado. El PP se ha hundido en Cataluña, después de que también sucediese algo parecido el 12 de julio de 2020 en el País Vasco. O los populares confeccionan un plan estratégico y reformulan su actitud o el 14-F podría repetirse en unas próximas generales y Vox podría pasar a ser el principal partido de la derecha en su versión más dura. A la francesa.

Es un grave problema que en el secesionismo haya sido la CUP la organización con mayor incremento de votos y escaños

Pedro Sánchez ha hecho cinco bingos. Ahora tiene que administrarlos. En el fragor de la batalla poselectoral es difícil, y quizás imprudente, adelantar acontecimientos. La alta abstención sugiere que el electorado no nacionalista no ha tenido incentivos para participar; se ha fortalecido el independentismo porque ha logrado en una circunstancia excepcional (solo el 53,6% fue a votar) superar la barrera de más de la mitad de las papeletas emitidas válidamente, y ha aumentado también su mayoría parlamentaria (74 escaños).

Es un grave problema que en el secesionismo haya sido la CUP la organización con mayor incremento de votos y escaños, componiendo un panorama en el que Sánchez tiene que saber invertir las cantidades que ha obtenido con los cinco bingos logrados. Y eso no es nada fácil, aunque se ha comenzado bien: Illa no va a renunciar a intentar una investidura. Ahí se debería detener el análisis, desde la perspectiva del PSC y de Pedro Sánchez, constatando que al presidente del Gobierno le queda por ganar el bingo de mayor cuantía: que España no quede, como ahora, hundida en la Cataluña secesionista. Que el Estado no sea allí un ‘puching ball’ para mayo solaz del independentismo.