Más etiquetas… ¡es la guerra!

EL MUNDO – 26/02/16 – TEODORO LEÓN GROSS

· Los promotores del acuerdo de investidura van proclamando de micrófono en micrófono «¡pacto de centro!», mientras la izquierda vocea «¡pacto de derecha, pacto de derecha!», y la derecha replica «¡pacto izquierdista!». Es lógico, infantil pero lógico, más allá de la geometría ideológica.

Estas semanas toca escenificar la guerra de etiquetas: Ciudadanos reclama el centro aunque el PSOE siempre los ha colocado más allá del centroderecha y Podemos a la derecha, a veces derecha aseada para crear el imaginario de derecha sucia, que sería el PP, quienes insisten en situar a Ciudadanos como centroizquierda para defender su territorio, y eso lleva al PSOE a la izquierda, donde topan con Podemos e IU, que se reclaman izquierda auténtica. No pelean por ser, pelean por estar… en el tablero de percepciones políticas. No se trata de ideología, sino de branding.

Tiene sentido. Los grupos afrontan la agenda de la investidura con tácticas cortoplacistas pero sus maniobras estratégicas apuntan al 26-J. Y en las urnas casi nadie vota programas, sino prejuicios. De ahí la obsesión por la batalla de la etiqueta. Eso sí, se dan imposturas a destajo, hasta incluir a DiL y PNV en un pacto progresista de Podemos o IU. Resulta cómico colar a DiL en ese pack, o a los carlistones del PNV, pero la izquierda nunca ha dudado en bendecir al nacionalismo, como los antisistema de la CUP, con el pasaporte progresista. En esta batalla es crucial no permitir interferencias de la realidad. Los cabezas de huevo asocian a C’s con el Ibex 35, Podemos con Ahmadineyad, PP con Franco e incluso al PSOE con el PSOE.

Se trata de trincheras trazadas con la lógica de la confrontación, no del consenso. Va de suyo que la gran coalición de socialdemócratas y democristianos, de barniz muy europeo, debería ser perfectamente asumible. Por eso evitan estos conceptos sobrios y se tiran los trastos de la izquierda y la derecha con espíritu revanchista. Y en particular la izquierda se cuida de centrifugar al PP a la extrema derecha a sabiendas de que es falso: en España ésta se moderó por necesidad –el viaje al centro de los 90, para ganar– en tanto la izquierda sí acepta la radicalidad, y ahí está Podemos, o el propio Zapatero autoproclamándose «rojo de solemnidad».

Para competir, el programa es secundario. De hecho, lo voltean sin vacilación: unas veces están a favor de las diputaciones y otras veces en contra; unas veces a favor de la moratoria nuclear, y otras no; refugiados a veces sí, a veces no; artículo 135 a veces sí, a veces no…

Estas cosas van según el mercado. No les preocupa eso, sino la etiqueta. Ahora pelean por pacto progresista, pacto neoliberal, pacto de perdedores, pacto reformista… en definitiva, un sello que prestigie o desprestigie lo sucedido.

«La existencia de palabras –razona Guy Durandin, gran experto en propaganda– hace creer en la existencia de cosas». Una buena etiqueta (centro reformista) o una mala (izquierda bolivariana) te cambia la cotización. Esa es la guerra: carguen, apunten, ¡etiqueten!.

EL MUNDO – 26/02/16 – TEODORO LEÓN GROSS