IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Más que un cambio de gobierno, lo del sábado fue un revolcón. Pedro Sánchez es una trituradora de ministros. Ha fumigado a 17 en tres años. En la convocatoria para explicarlo, no admitió preguntas, supongo que no quería dar respuestas. Algunas decisiones son difíciles de explicar. Por ejemplo, el trato al núcleo duro. Se retira el pilar central, Carmen Calvo, y el látigo interno y externo, José Luis Ábalos, que se marcha sin sacar adelante la ley de vivienda. ¿Por qué se van? No sé, hay muchas sospechas y pocas certezas. Luego, los cambios ingratos: a Campo le echa tras dejar jirones de su prestigio en la tramitación de los indultos y sin arreglar ni la reforma de la sedición, ni barrer las ‘piedras del camino’ puestas por el Tribunal de Cuentas. A Celaá le echa tras aprobar la ley que lleva su nombre (¿durante cuánto tiempo estará en vigor?) en medio de una sonora y general bronca que ha atascado su aplicación. Lo de Iceta es sublime. Le trajo de Cataluña hace tres meses para preparar un ‘reencuentro’ que ahora se queda vacío. Los ‘indepes’ no quieren reencontrarse y él no se sentará en la mesa. Como estrategia es mejorable; como improvisación, no. Va a Cultura y Deporte con credenciales bien modestas. Iván Redondo, que no era ministro, pero era más que un ministro, se marcha en medio de muy poco loor y escasa muchedumbre. Paga la chapuza de Murcia, el fracaso de Castilla y León y la debacle de Madrid. Lo que, unido a sus enfrentamientos permanentes con tirios y troyanos, era mucha carga. Aunque usted no se acuerde, Duque y Rodríguez Uribes también eran ministros. Se van sin romper ni manchar nada. ¡Mucho mérito! El primero deja la Ley de Ciencia en el claustro materno. Uribes deja lo que estuviera haciendo que, fuera lo que fuera, no sé lo que era. González Laya se va también, tras fracasar en Marruecos y en los Estados Unidos, y deja un bagaje muy pobre. Hizo mal en abandonar su puesto anterior en el Centro de Comercio Internacional.

¿Los nuevos? He tenido que ir a Google para conocer su experiencia profesional. Allí se percibe mucha cercanía con algunos líderes autonómicos, pero muy poca historia de gestión, lo que resulta preocupante dado que deberán gestionar la actividad normal de cualquier gobierno más la generada por el reparto de los fondos europeos. Mucha tela a cortar y a repartir. La nueva ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, ejercerá de portavoz. Me parece una crueldad. Ese puesto quema mucho y, sin haber estado antes en el Gobierno, resulta un trabajo casi imposible.

Por último, tres apuntes. No es una remodelación del Gobierno, sino de la parte que controla Sánchez. Al parecer, sobre la otra no tiene potestad. Y no es un Gobierno, son dos que se reúnen en el mismo sitio (Moncloa) el mismo día (los martes). Lo mejor es que la parte económica no se toca. Calviño asciende, lo que agradará a Bruselas (y aunque no es importante, a mí también). Sigue Montero, descargada de sus obligaciones de portavoz. Las ruedas de prensa durarán menos y se entenderán más. Sánchez califica al Gobierno como joven y feminista para encarar la recuperación. No entiendo la relación entre una cosa y la otra, pero ahí queda dicho.