IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Al igual que ha sucedido con los datos correspondientes a la Unión Europea y al conjunto de España, los del País Vasco reflejan una recuperación importante de la economía a lo largo del segundo trimestre del año. Lo hemos comentado en múltiples ocasiones. Esta crisis es original porque no tiene en su origen un problema económico, la típica burbuja de activos o el sobrecalentamiento exagerado de una locura financiera. Esta vez, las únicas burbujas han sido las sanitarias, diseñadas para entorpecer la propagación de la pandemia. Con un éxito modesto, por decirlo de manera suave.

Por eso, según se han ido levantando las restricciones a la movilidad ha retornado con fuerza la actividad. Y si, como ocurre en este caso, comparamos las cifras con las obtenidas en el segundo trimestre del año pasado -el trimestre del derrumbe-, es lógico ver lo que vemos. Lógico y también esperanzador. No hemos alcanzado el nivel pre crisis -eso tardará todavía más de una año-, pero si podemos dar por confirmado que el proceso de recuperación está en marcha.

Con lo cual despejamos la primera incógnita. Nos quedan varias. La siguiente es determinar si los repuntes en los contagios pueden entorpecer el proceso del retorno a la movilidad ‘normal’. De momento y dado que las cifras son espectaculares, de malas, pero afectan mayoritariamente a las capas jóvenes de la población que enferman muy poco, parece que no, pero nos faltan experiencias previas suficientes para dar por terminado el problema. De hecho, ninguna autoridad sanitaria se ha atrevido a decirlo.

Otra incógnita radica en conocer cómo se van a distribuir y cómo nos van a ayudar los dineros de Bruselas, en los que tanto confiamos. No sé si leyeron lo que dijeron el fin de semana los holandeses acerca de la vigilancia expresa a la que van a someter a algunos países, entre los que nos encontramos, sobre el cumplimiento de las reformas comprometidas con Europa. Aquí parece que el dinero cae del cielo y se olvida que procede de créditos que habrá que devolver y que las aportaciones nacionales no son homogéneas, de tal manera que quien más pone, más exige. Y ya sabemos lo que exigen.

Recuerde por último que el primer plan aprobado se refiere al automóvil. Un sector en el que el País Vasco se juega muchísimo. Hacerlo bien, hacerlo rápido y hacerlo de manera eficiente son retos que debemos vencer. Sí o sí. Nos jugamos en ello una buena parte de nuestro futuro industrial. Vendrán más y serán igual de exigentes. Así que no estaría de más que concretemos quién, cuándo, para qué y a cambio de qué se concederán las ayudas. Sin prisas y con reflexión, las cosas se hacen mucho mejor.