Paramilitares, parafarmacias y parapolíticos

ÀLEX SALMON, EL MUNDO – 12/07/15

· Si hace tres años nos hubieran contado en plan futurólogo cómo habría sido la situación de la política catalana actual, no lo hubiéramos creído. Habría resultado imposible hacer una extrapolación de lo que se nos venía encima. Nadie hubiera pensado que a tres semanas de convocar unas elecciones, no sólo no se sabe cuántas listas electorales habrá, sino que se desconocen los posibles números uno.

La vida es un acumulado. Si un día pasáramos de tener 10 años a encontrarnos con 80, nuestro cerebro no asimilaría la variación inmediata. Se llega a 80 años tras acumular día a día las experiencias personales y los cambios de tu cuerpo, que hacen que un hombre o mujer octogenaria no se quejen, de pronto, por los dolores acumulados. Han crecido juntos.

Pues en política pasa lo mismo. Lo que parece una soberana tontería imposible de cumplir, puede convertirse en una posibilidad si entendemos que la realidad se ha ido acomodando hasta hacer algo inverosímil en posible. Y en este punto nos encontramos. Todo lo imposible, es un hecho real.

Desconociendo a los protagonistas que deberían liderar esas listas, ni saber si estos listados estarán basados en lo que conocemos hoy como partidos, ya me dirán ustedes cómo podríamos elucubrar sobre los perfiles de los que deberían, o dicen, se presentarán. O no, claro. ¿Han entendido algo?

En todo caso, deberíamos dar por bueno que, al menos en Cataluña, alguien pretende que nazca un nuevo perfil de político. De la misma forma que en el mundo militar existen los paramilitares y en el sanitario, las parafarmacias, ahora deberemos hablar de los parapolíticos.

El término es gracioso, pero se ajusta a una realidad impostada y desvirtuada a la que nos estamos acostumbrando. Estamos a unos 25 días de la convocatoria de elecciones, a unos 60 del arranque de campaña electoral y a 76 del día de las elecciones y los que forman el llamado proceso soberanista están, políticamente hablando, en bragas. Y todo, tras tres años de convulsión, tensión, nervios, cabreos, rupturas, desenlaces y continua movilización.

¿Qué es un parapolítico? Diríamos que es aquél que, sin dedicarse a la política, la ejerce. Aunque, después de decir esto, también deberíamos cuestionarnos qué significa «ejercer» o «vivir» de la política. Jordi Sànchez, presidente de la ANC o Muriel Casals, presidenta de Òmnium, ¿ejercen en algo? Pregunto, ¿los podemos considerar parapolíticos, entonces?

Sabemos que el político debería ser un profesional de cualquier sector de dedicación temporal a la cosa pública. A partir de ahí, ¿cuando no estás dedicado a la utilidad política no lo eres y cuando estás actuando, entonces sí? Quien se dedica sólo al partido pero no tiene cargo público, ¿no es político? Hacer de conseller de distrito sin cobrar, ¿es hacer de político? ¿O es parapolítico? Las asociaciones que antes eran culturales y ahora son movilizadoras de ciudadanos por causas ideológicas, ¿son paraculturales o políticas? ¿O son disimuladores de sus verdades intenciones y, en realidad, sólo hacen política?

En Cataluña siempre hay momentos políticos. Son tantos que resulta difícil explicar cómo los líderes del llamado proceso se han metido en este lío. Oír hablar de la cuestión ya es desconcertante porque se comienza a discutir de situaciones sin sentido. Un sinsentido al que se le da un valor creciente. Y tendrá consecuencias. El independentismo todavía no se ha mirado al espejo. Se emociona con las imágenes repetitivas de la televisión pública donde todo son alegrías, sonrisas, buen rollo y sensaciones positivas. Pero la cercanía del momento de verdad los está superando. Y todo porque políticamente se creen únicos responsables de los hechos de las movilizaciones en la calle.

La Diada de 2012 fue un éxito porque Mas apostó de forma personal por ella. Después se convirtió en un fracaso electoral que ya le debería haber hecho sospechar cómo van las cosas por aquí. Igual que la movilización de julio del 2010 en Barcelona a causa de la sentencia del Estatut fue un éxito de Montilla, de donde salió por piernas y preparó el peor fracaso del PSC. Ese sentido de fracaso es el que ha obligado a todos a pedir ayuda a la nueva denominación de parapolíticos que, en realidad, son tan políticos como los homologados, pero que ejercen con interés partidista sus funciones.

Personalmente creo que habrá elecciones el 27-S y se presentarán tres listas. Artur Mas difuminará las siglas CDC que molestan e intentará componer una lista entre políticos y profesionales. Oriol Junqueras hará lo propio. La CUP se mantendrá fiel a su coherencia. PSC, PP y Ciutadans, con Unió de nuevo colega, también compondrá listas ortodoxas. Junto a ellos, los denominados «En Común», que harán una mezcla con Podemos, ICV y añadidos, a la que los independentistas temen como a nadie. Y cuando eso ocurra pues… pues dejen que no me invente nada porque la realidad superará a la ficción.

Àlex Salmon es director de El Mundo en Cataluña.