EL CORREO – 29/12/14
· El discurso de Pablo Iglesias sobre la secesión descoloca a la izquierda abertzale y al nacionalismo catalán.
La política española suele ser de un simplismo que aburre. Ves a una persona con coleta y camisas sin marca que hace un discurso de izquierdas y dice frases como que es partidaria del derecho a decidir y automáticamente te sale un independentista. Y no. Quizás esa sea la razón de que la izquierda abertzale, la Generalitat y los partidos nacionalistas catalanes anden estos días revolucionados con Pablo Iglesias y no sepan muy bien cómo encajar su discurso a favor del soberanismo, pero al mismo tiempo en contra de la secesión territorial.
En sendas declaraciones realizadas esta semana, tanto Amaiur como la Generalitat han coincidido en que Podemos observa «a Euskal Herria y Cataluña» con una «óptica central, la de Madrid». El caso de los representantes de la izquierda abertzale en el Congreso es posiblemente el que mejor ilustra el chasco que han producido en el independentismo las palabras de Iglesias y otros dirigentes, «sobre todo en los últimos tiempos». Después de que EH Bildu no descartara un acercamiento en base a los postulados económicos, el diputado Iker Urbina ha asegurado esta semana que Podemos y Amaiur «son proyectos diferentes» en cuanto a visión del modelo territorial. «Creemos que eso está quedando en evidencia y nos distancia en ese sentido», apostilla Urbina.
En política, en ocasiones, hay frases muy definitorias. «Ni unionistas ni independentistas. Somos democrátas», resumió la representante de Podemos en Cataluña Gemma Ubasart en el mitin que ofreció hace ocho días en Barcelona, donde quedó oficializada la existencia de una brecha con el secesionismo. Aunque ya antes se había despachado con declaraciones como «yo soy español y me encantaría construir el país con catalanes y vascos, pero no soy nadie para decidirlo», Pablo Iglesias destapó precisamente allí la caja de los truenos al presentarse en el polideportivo del Valle de Hebrón con el mensaje de que no quiere que Cataluña «se vaya» de España, sino que forme parte de ésta entendida como una «nación de naciones» donde se reconozca el derecho a decidir, pero no sólo en cuestiones identitarias.
Reprimenda de Homs
Para ello, insistió en su propuesta de un nuevo «proceso constituyente» que supere las lindes de la actual Constitución y consolide el derecho de decisión de los ciudadanos; frase clave en el argumentario de Podemos e instrumento que, a su juicio, ayudaría a rebajar muchos grados la ebullición del independentismo. «Basta que sinceramente creamos en el derecho a decidir para que los catalanes no quieran marcharse», ha dicho en entrevistas el ‘número dos’ del partido, Juan Carlos Monedero.
Para alimentar aún más las brasas, Iglesias arremetió también en Barcelona contra CiU y contra Artur Mas. La crítica le ha valido la reprimenda del portavoz del Govern, Francesc Homs, para quien «una persona con convicciones democráticas no puede decir que no reconoce a Mas como interlocutor», añadiendo que la Generalitat tiene «nulas expectativas» de que Podemos avale algún día el derecho a decidir de Cataluña. Incansable al desaliento, el líder de este partido repitió ayer su mensaje en ‘El Periódico’, donde sostuvo que el president no es un elemento clave en el proceso catalán porque pretende negociar con Mariano Rajoy «en un despacho rodeados de señores muy ricos que no pagan impuestos y que tutelarán esa negociación». El lunes pasado Juan Carlos Monedero criticó en un mitin en San Sebastián al PNV por su «apoyo» a las políticas del PP y del PSOE, que han llevado al país a la «resignación». En otras palabras, ni «casta» ni independentismo.
Es posible que, para entender el difuso mensaje territorial de Podemos, haya que situarse sobre una fina línea: la que diferencia entre soberanismo e independentismo en el particular retablo de una formación defensora de la «soberanía ciudadana» y la «justicia social», citan fuentes del partido. En su entrevista de ayer con el rotativo catalán, Iglesias explicó esa línea: «La soberanía se construye mediante un Estado capaz de proteger al ciudadano. No hay soberanía sin escuelas y hospitales públicos». «Más soberanistas que nosotros, nadie –añadió–. No nos van a dar lecciones de soberanismo los que entienden que se define por el color de las banderas. Me da exactamente igual que a los niños se les atienda en catalán, en euskera o en castellano; lo que me importa es que se les atienda».
Quedan aún dos años para las autonómicas en Euskadi, pero frases como ésta no parecer destinadas a reducir la «distancia» que Iker Urbina observa entre Amaiur y Podemos. Lo que sí sugiere es que el futuro escenario vasco se presenta complicado si los discursos se mantienen y, según vaticina el Euskobarómetro, el partido de Iglesias irrumpe en las urnas a todo gas y se coloca como el segundo más votado, una cuña alejada del secesionismo exactamente entre el PNV y EH Bildu.
EL CORREO – 29/12/14