Seminario ‘Euskadi después de ETA’

Seminario de la Fundación: ‘Euskadi después de ETA’

El 20 de mayo de 2010, la Fundación para la Libertad, en colaboración con Ciudadanía y Libertad y Aldaketa, desarrollaron un seminario, a jornada completa, con dos temáticas diferentes pero muy relacionadas, bajo el enunciado genérico de ‘Euskadi después de ETA’. A continuación, la transcripción de las intervenciones. (Y aquí puedes ver algunas fotos del acto)

Por la mañana, con ponencia de Joseba Arregi, se debatieron las perspectivas que se abren en Euskadi ante la eventual liquidación de ETA y las posibles maniobras y los comportamientos políticos que ya se dejan ver.

Por la tarde, el seminario analizó la naturaleza y consecuencias de la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos sobre el recurso presentado por Batasuna contra la Ley de Partidos. Dos ponencias abrieron el debate, a cargo de los catedráticos de derecho constitucional Alberto López Basaguren y Eduardo Vírgala.

(Aquí, la segunda parte del seminario)


Presentación

Eduardo Uriarte

Por la mañana trataremos el País Vasco después de ETA y por la tarde, la sentencia del Tribunal de DD HH de Estrasburgo. Los dos temas son importantes en el país y según las circunstancias políticas del momento. Como bien plantea Ruiz Soroa, así como cerremos determinadas cuestiones, y el fin de ETA, y la sentencia de Estrasburgo, conformaremos la sociedad vasca del futuro. El tema es de actualidad e importante y se suele analizar desde planteamientos muy individualizados y personales, y la intención de este encuentro es la reflexión conjunta. A ver si podemos crear una corriente de opinión. Eduardo Vírgala, con López Basaguren, va a tratar la sentencia de Estrasburgo. Después de la primera intervención de Joseba, pediremos vuestra opinión para entablar debate y poder difundirlo después.

Ponencia ‘Euskadi pos-ETA’
Joseba Arregi

Gracias a todos por seguir empeñados en darnos la tabarra, en este país que suele dejarse vencer por el cansancio. Esto nos azuza para seguir adelante. El día a día nos puede a todos, el pasado no existe y el futuro es desconocido. Mañana, ya volveré a preguntarme sobre cómo salvo el día de mañana. Sin embargo, a los que estamos aquí nos preocupa, en lo que concierne a la sociedad vasca, el hecho de que pudiéramos perder la capacidad de pensar con un poco de distancia, tanto hacia atrás como hacia delante.

Nos jugamos mucho en el pensar hacia el futuro y elaborar un poco más que el tacticismo del día a día. Es necesario, porque en nuestra situación y más con la noticia de esta mañana no es hablar de pájaros y flores, es hablar de algo que es posible. Nos preocupa que lo podamos realizar con la visión de las mínimas condiciones para no sacrificar el futuro por el presente. ETA, Batasuna y su entorno son maestros en ir adaptando el discurso a esa situación de ir salvando el día a día, ellos con perspectiva de futuro, y nos obligan a los demás a hacerlo, olvidando el futuro.

El contexto general no ayuda, cierto. Un artículo que escribió Félix de Azúa se titulaba ‘Permitan ustedes que me despida’; en él decía que no era posible incidir en la opinión pública, que crear grupos de opinión no sirve para nada, que caminamos hacia la italianización, y que se retiraba al interior. Estamos en el conjunto de España también con la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, todo es salvar las elecciones próximas, a nadie le importa el conjunto, la sustancia. Todo se reduce a los problemas de hoy y es difícil analizar con perspectiva.

Estamos en Euskadi oficialmente en la época del cambio. A pesar de lo que algunos auguraban la mayoría parlamentaria no está teniendo más problemas de los esperados. Y sin embargo, este cambio no debemos olvidar que se entronca en un contexto más amplio. Ha habido otros que han hecho posible este. El cambio de narrativa, por decirlo así. Hitos. Un punto muy importante es la destrucción del mito de la imbatibilidad de ETA. Hasta hace cinco años se escuchaba aquello que Anasagasti solía decir: ni Franco pudo con ETA. Si quien tenía todo el poder no podía, cómo una pobre democracia sí. Como decía Arzalluz, comando que cogen, cinco que surgen. O el pronóstico de los obispos cuando el pacto por la libertad y la ley de partidos: sombras oscuras se ciernen sobre la sociedad vasca porque esto va a impulsar a cientos de miles de jóvenes a la clandestinidad, un magma de reproducción de ETA. Todo esto se ha caído y no hablamos de la Prehistoria. Hoy nos preguntamos cuándo va a caer y cómo vamos a gestionarlo, pero no si caerá. Tenemos que ser conscientes de la importancia de este cambio. Valorar lo que significa. Una de las grandes debilidades de ETA, aparte de las detenciones, es esta: ya no tiene cogida por sus partes a la sociedad porque esta crea que es imbatible. Lo demás es la desintegración inevitable.

También ha habido un proceso de obligar a ETA a reducir sus exigencias. No es que pida menos, pero todos somos testigos de que la amnistía no se negocia, la independencia no se negocia. Los que ponían las condiciones eran ellos. Ahora se negocia, hablan de diálogo. Se ha reducido el magma ideológico de ese mundo, incluso el que aparecía en los papeles del congreso que no celebraron en el BEC. Hoy todo es derecho de autodeterminación y territorialidad. Se ha quedado en los huesos, aunque sean duros de roer.

Las víctimas del terrorismo ya son condición de aparecer en sociedad para todos los partidos con los riesgos que eso conlleva. Todo el mundo se siente en la obligación de tenerlas en cuenta. Que haya ocho o diez o doce presos de ETA que digan que hay que tener en cuenta a las víctimas. Recordemos la situación hace quince años. En ETB se discutía con Jon Salaberria, que al poco se fugó, que decía qué era eso.

Incluso se ha llegado a la situación de que el propio nacionalismo del PNV, no sé si EA y Aralar, ha pasado de decir, menudo salto mortal, que el plan de Ibarretxe, normalización y pacificación, era condición para que ETA dejara de matar, le han dado la vuelta: ahora que dejen de matar es condición para cumplir el plan. El nacionalismo hoy dice que ETA es el mayor obstáculo para alcanzar los fines nacionalistas.

Son unos cuantos cambios que contextualizan el cambio de gobierno y mayoría parlamentaria. Esto significa que ha habido resistencia social, poca, pero alguna. Cuando nadie celebraba la Constitución, cuando no era normal, hasta antes de ayer. Ha habido una reconquista lenta del lenguaje y queda muchísimo por hacer. Bastaría hacer un examen cuantitativo de los medios pero parece que ya no pasa nada si se habla de España. La normalización se puede poner en cuestión. Crea repelús hablar de la Constitución, pero porque se habla. Todo esto empieza a condicionar el debate. Y creo que hay que continuar con este cambio de cultura política sobre la base del nuevo gobierno, con lo que significa. No es lo mismo hablar desde la resistencia social que desde las instituciones. Tiene más peso y capacidad de entrar en la mente de los ciudadanos. Hay que aprovechar este cambio pero también convencernos de que, repita o no el gobierno actual, el cambio de cultura política será necesario, más aún en el momento de la desaparición de ETA.

Los nuevos retos pueden ser el fin de ETA. Eso no nos debe llevar a decir, por fin y pensar que el camino ha acabado. Sus consecuencias no desaparecerán, las sufriremos aunque ya no esté. Su desaparición real no es sólo que deje de matar, sino superar lo que ha introducido en la cultura política vasca.

La incorporación de Batasuna a la política democrática es otro reto. Esto habría que matizarlo, pero hoy se plantea cómo y en qué condiciones se hará. Y todo ello nos lleva, o debe llevarnos, a plantearnos que estos retos nos abren la perspectiva y la necesidad de continuar la batalla ideológica definitiva con el nacionalismo en su conjunto. Un debate claro, discutiendo todo, sobre la mesa, sin ocultar problemas ni usar tácticas. Ese mundo también va adaptando su narrativa y su argumentario. ETA y Batasuna son muy habilidosos, ocupan conceptos y palabras, significan lo que ellos quieren. Han tenido una capacidad tremenda de condicionar el debate. Ellos plantean problemas y preguntas y los demás debemos responder. El nacionalismo puede dar saltos mortales como si no pasara nada. Tenemos que ser capaces de descifrarlos y todo ello en función de una meta, de algo que tenemos que defender. Decimos que los marcos, sabiendo que detrás de todos ellos está la libertad. No está en juego la sacralización de un texto, sino la defensa de las condiciones necesarias para defender la libertad y la pluralidad, para poder ser distintos y gestionarlo.

El fin de ETA y la incorporación de Batasuna a la política nos ponen ante la debilidad de ETA, operativa, social y empieza a ser discursiva, son tres elementos inseparables. Su fuerza ha existido en su legitimación social. Ha costado muchísimo, pero está en una debilidad social; la sociedad vasca no ha estado siempre contra ETA, como decía Ibarretxe, ha llegado tarde a eso. Y han sido necesarios muchos pasos. El fin puede darse por inoperancia, ese fin difuso o imperfecto. Igual no hay un acto oficial, con cámaras. Puede quedar sin fuerzas y desaparecer sin más. O puede perder su brazo político, Batasuna puede romper realmente. Poniéndome a soñar, si el PNV llegara a decir no sólo que condena sus medios, sino también sus fines, ya lo dijo un día Ardanza, ETA desaparecería.

Batasuna tiene muchas dificultades para incorporarse a la política, pide sopitas, usa el sistema internacional pensando que ablandará los corazones. Todos recibimos visitas diciendo que hay que facilitarles la entrada. Antes Batasuna tenía que bajar del monte a ETA y el PNV a Batasuna y el PSE al PNV; el riesgo era que todos terminaran en el monte. Que bajen, el camino es muy fácil. Cuesta abajo no hay que empujar a nadie. Eso se ha remodelado en el concepto de facilitar a la izquierda abertzale, ayudarles ahora que tiene disposición. Eso indica que tienen dificultades.

Se está dando una reubicación del mundo nacionalista, es casi desvergonzado cómo se reparte la piel del oso antes de cazarlo. Quién se queda con la herencia de ETA-Batasuna, con sus votos. Aralar, EA, Batasuna, el PNV con sus dificultades. Se admiten apuestas sobre cómo quedaría después de ETA. Batasuna fagocitará a todo su entorno y PNV tendrá un problema muy serio, su propia división; esa es mi apuesta.

Hay una táctica hoy, una reubicación discursiva, una reducción de lo que quieren. Dejan en los huesos el entramado ideológico bajo el nombre de más democracia, preguntar a la gente, montar mecanismos para preguntar y realizar todo eso. En la reubicación discursiva entra también la palabra que utilizará Batasuna para desligarse de ETA: condena o repudio de la violencia. Ya hace años Egibar decía que se dedicaba horas y horas a analizar cómo lo habían hecho el IRA y el Sinn Féin, desdecirse sin desdecirse, qué manejos lingüísticos. Pero hay un problema muy serio, que se pudiera producir el repudio del próximo atentado de ETA si lo hay. Cuando se les pregunta a los responsables de Batasuna si ese repudio del atentado será la condena de ETA y su historia de terror, la respuesta es un claro, no. Sin desdecirse de la historia nos plantea problemas muy serios. ¿Los anteriores están bien asesinados?

Hay otros dos temas que me preocupan muchísimos. Una tesis que se ha establecido casi como dogma: condenada la violencia todos los proyectos son legítimos o de forma pacífica todo puede ser defendido. Suena muy bien, a democracia pura, perfecto. Pero nos olvidamos que hay proyectos que son estructuralmente violentos, como la esclavitud, por ejemplo. El machismo, la dictadura, son violencia ilegítima. La Constitución española es tremendamente liberal y permite que se puedan defender fines que no son constitucionales legalmente; pero eso no puede llevarnos a pensar que sean legítimos democráticamente. Si no vemos estos cambios de discurso no estaremos preparados para el fin de ETA.

Algo parecido pasa con el tema de las víctimas. En la última entrevista del lehendakari en Radio Euskadi, por su primer año, se le escapaba en vez de Plan de convivencia, Plan de paz. Tenemos dificultades con la ocupación de los discursos y las palabras. Ahora vienen algunos presos de ETA y hablan del reconocimiento de las víctimas y la reparación. Se está hablando siempre de las víctimas familiares, pero cuando hablamos de su significado tenemos que hablar de las primarias, los asesinados. Y existe el peligro de que cuando hablemos de víctimas no nos acordemos de ellos. Por deriva víctimas son los familiares. Todo el discurso político se está reconviniendo en torno a las víctimas familiares y eso en algún momento puede ocultar el valor y el significado político de los asesinados.

De ellos hay que extraer las consecuencias políticas. Por decirlo de forma brutal, cuando se dice que las víctimas son plurales políticamente, pues claro, progres, reaccionarios, liberales, conservadores, incluso los asesinados en vida pensaban distinto, pero hay una verdad objetiva de esas víctimas: es el objetivo de ETA y eso es independiente de aquello. La verdad de las víctimas está escrita a sangre y fuego en ellas: el proyecto político de ETA.

Por todas estas reubicaciones ha llegado el momento de un debate definitivo con el nacionalismo en su conjunto. La intención política de ETA. Cuando hablamos de deslegitimación política hablamos de esto. Pero también a esto se le quiere dar la vuelta. Ahora no se refiere a la intención política que instauran las víctimas, sino yo qué sé. Deslegitimación política significa cuestionar el proyecto político que fue la razón para matarlos. No podemos aceptar el discurso de que por medios políticos todo vale; cómo se justifica pacíficamente la muerte de 800 personas. ¿No ha pasado nada? Puede ser legal todo, pero no legítimo.

Con la memoria histórica pasa esto, yo defiendo que la memoria colectiva existe y que está en las instituciones. España no puede ser de cualquier forma. Después de la violencia de la Guerra Civil y de Franco, España tiene que ser no centralista, sino autonómica; social, democrática, lo otro puede ser legal pero no legítimo. Alemania no puede ser nacionalista como Hitler. Euskadi no puede defender los fines de ETA porque han quedado dañados políticamente con cada asesinato.

Hay una literatura importante que dice que fines y medios no son independientes, se van acomodando los unos a los otros. Ha llegado el momento de preguntarnos si podemos hacer esa reducción fenomenológica de decir que es cierto que el nacionalismo surgió antes de la violencia, antes de 1959, pero una vez que ETA empieza a matar también en nombre del nacionalismo –para Arzalluz, durante años, la razón de ETA era el marxismo y su espíritu revolucionario, no nos acordamos; no lo era por nacionalista y de repente su razón pasó a ser el conflicto, el nacionalismo-. Si en nombre del conflicto se ha matado, ¿este no queda afectado y no es necesario plantear si la violencia ha pasado por el nacionalismo sin romperlo ni mancharlo? Yo creo que es necesario tenerlo claro, porque ahí nos jugamos el futuro.

Otra reubicación, yo así la entiendo, viene del movimiento Gesto por la paz y del plan Ibarretxe. Por no hacer una crítica de la violencia que pudiera suponer una crítica al plan, se pide una condena prepolítica de la violencia. Todos estamos divididos en la política, pero en la ética podemos estar unidos. Esto ha calado muy profundamente. Pongámonos de acuerdo en aquello en lo que podemos, los derechos humanos. Puede ser, pero para condenar la violencia de ETA no tengo que recurrir a la ética, cosa muy seria, me basta con defender el estado de derecho, el monopolio legítimo de la violencia. Detrás de este cambio de discurso, subrayado hace poco por Izaskun Bilbao, está el reconocimiento de constituirnos como sujeto político; ni siquiera podemos ponernos de acuerdo en algún texto fundacional, lo que nos hace sujetos políticos, recurramos al otro plano.

¿Pero cómo se constituye una comunidad política a base de ética? No es posible. En los derechos humanos deberían estar a favor todos, pero el bueno de Kant ya se dió cuenta de que el cosmopolitismo necesita una federación de repúblicas. Y hay algo más grave: inmunizar de toda crítica política al nacionalismo. Si la condena sólo se hace en el plano ético, el nacionalismo queda fuera, acorazado, no contaminado. Es el sentido que tiene en estos momentos. Ahora que ETA va a desaparecer, vamos a salvar el nacionalismo de su violencia. Podemos pasar a una situación en la que ETA haya desaparecido y se diga que ni ha existido en sus consecuencias, podemos plantear sus mismos fines como si nada. Desnudando su violencia de toda intencionalidad política rescatamos el nacionalismo.

El plan Ibarretxe, la normalización y pacificación, pasa de ser condición para poner fin a la violencia a ser posible sólo después del fin de la violencia. Es la misma dirección. Imagina hasta qué punto estamos contra ETA que exigimos que desaparezca para cumplir sus fines, la territorialidad y la autodeterminación. Ibarretxe sigue diciendo que su plan es necesario para la paz. Inmuniza el planteamiento del nacionalismo de cara al fin de ETA. Pero asesinar es negar al diferente y eso es un acto ético y político. Negar al que tiene otra visión de la sociedad, es no asumir el pluralismo y es falta de democracia.

Hay que condenar a ETA porque es totalitaria, pero no sólo ella. Un discurso que diga que votar PP y PSE es votar por los no de aquí es totalizar en parte, no hablar del conjunto con sus partes diferenciadas. Totalitarismo es constituir una parte de la sociedad como si fuera el todo. Y ocurre cuando se niega la diferencia. Es la hora de preguntar al nacionalismo vasco en su conjunto cómo se constituye el sujeto político vasco respetando en libertad las diferencias si no es a través de unos mecanismos formales de reglas de convivencia y no estableciendo mi sentimiento como el único válido para todos.

Este es el problema que tenemos, tanto en la violencia de ETA como en la estructura del nacionalismo. Hay que reclamar la reconversión a la democracia del nacionalismo. Exigirle que saque todas las consecuencias del pluralismo de la sociedad vasca. ¿Cuál es la razón de la rabia por la pérdida del poder del PNV? Se nota en muchos debates y va más allá por el hecho del pacto del PP y el PSE. Vuelvo a la metáfora del monte; en Batasuna siempre ha habido la idea de que con el PP no hay nada que hacer y con el PSE sí, el vasquismo, la superación del estatuto, etc. El pacto PSE-PP es descubrir que esa puerta no existe. Esa vía no existe. Y a ver si se va a cerrar para siempre. De ahí ese odio al PP. Esa esperanza no concretada de que el PSE pueda aislar al PP, produce rabia.

El PNV ha reaccionado con mucha fuerza ante el Plan de convivencia, primero por su nombre, no es de paz, y porque la convivencia democrática es posible si nos constituimos como sujeto político en unas normas formales de convivencia y no en contenidos identitarios. Es la referencia al estado de derecho y constitucional lo que repele al PNV. Es el reconocimiento del pluralismo lo que no acepta. Euskadi es sujeto político en el marco existente o no es, y ese plan no puede obviar la cuestión. No se pueden constituir ciudadanos fuera de la referencia a las normas del estado de derecho. Y la territorialidad queda ahí a segundo nivel, es un espacio abierto.

De esos puntos es donde hay que reflexionar. A Batasuna le aprieta en la exigencia que no podemos rebajar de condena de la historia de terror y no sólo del próximo asesinato, que es con lo que intentarán colarla. Y la batalla definitiva con el nacionalismo. ETA ha matado porque negaba el pluralismo de la sociedad vasca, lo que tenemos que defender es ese pluralismo y exigir al nacionalismo en su conjunto que lo defienda no sólo de boquilla. El Estatuto y la Constitución son instrumentos al servicio de esa libertad.


Preguntas e intervenciones

–Me ha preocupado siempre, cuando hablas de las intenciones políticas y los fines dañados, cuáles son esos fines. El concepto de “Pueblo Vasco” que es el asesino. Me explico. Cuando hace dos años cogen a un terrorista (Asier Borrero) que había escrito unas cartas a su padre en las que decía “me marcho para hacer unas cosillas por el Pueblo Vasco” (una bomba en una casa del pueblo y tal)… ¿La concepción del pueblo es lo que hay que mirar? No lo hemos delimitado, el conflicto está trabajado, hay cien mil en la vida, pero no se sabe dónde se resuelve, porque debe ser muy especial.

Joseba Arregi
–La última vez que estuvimos en San Sebastián, intervino José Ramón Rekalde hablando de cómo nos hemos dejado arrebatar conceptos por el nacionalismo. Ahora ya no podemos ni hablar de pueblo. Cómo uno de izquierdas que es heredero de la tradición del pueblo soberano, de la República francesa… Es difícil hablar de pueblo porque no pertenecemos muchos, nos han expulsado y matan por ese nombre.

Cuando Izaskun Bilbao era presidenta del Parlamento repitió más de una vez que ETA no mata en nombre del pueblo vasco. ¿Qué está haciendo? Hace otra totalización. Del pueblo son ellos, y se enfadan mucho cuando tú dices que no entras en la definición. ETA es totalitaria y el PNV no, dicen. Vamos a analizar su discurso. Lo que dicen últimamente, Urkullu por ejemplo, que este gobierno tiene como finalidad disolver la identidad vasca, ¿qué significa? Que definen ellos, los demás no. Otro vasco disuelve lo que yo defino. ¿Dónde está en esa forma de hablar el respeto por el pluralismo y la complejidad de la sociedad vasca? Tenemos que ver el totalitarismo en todas sus formas y poder desenmascararlo. No son formas de hablar, el hablar constituye realidad.

–Introduces un concepto de “nacionalismo banal” en uno de los papeles de la carpeta, se te ha olvidado hablar de él. Me gustaría hacer un apunte sobre materialismo en crisis económica del PNV. Deslegitimando a los de allí, deslegitiman a los de aquí y dicen que mandan ellos. Y tercera reflexión, la obsesión de recuperar rápidamente el poder. La oportunidad o no de resolver la crisis sin él o contra él cuenta.

El tema de fondo aquí es la democracia. La acumulación de fuerzas está siempre en el subconsciente, es Lizarra y eso es contrario al pluralismo. Y el nacionalismo siempre va de víctima, de amenazado. Todo lo que hace el gobierno hace que se sienta amenazado. El déficit de conciencia nacional y el discurso de sacar la ética de la política viene beneficiado por el nacionalismo banal, instrumental, el del poder. La confrontación siempre a vueltas. Nosotros mejor que los otros. El debate nefasto del blindaje, con ese lenguaje que ha colonizado a la sociedad. Quiero mezclar el nacionalismo banal con el debate democrático.

Joseba Arregi
–Tienes toda la razón del mundo. Hay que aprender de los adversarios políticos y el PNV ha tenido una habilidad tremenda en eso de contestar al nuevo Gobierno vasco cuando dice que “Ibarretxe sólo se ocupaba de cuestiones metafísicas y nosotros de los problemas de la gente”. El PNV lo coge y dice “yo me preocupo de los problemas de la gente, del concierto, de las inversiones, de las políticas activas y tú no”. Es un juego peligroso al que el PSE tendrá que aprender a responder.

Tomé el concepto de nacionalismo banal de dos fuentes. Una Miquel Porta en el ABC; se refería a Cataluña y el discurso de que Madrid no les da carreteras, aeropuertos, etc. En Euskadi es más sutil. Los dos partidos constitucionalistas y ahora el gobierno no hacen la suficiente pedagogía al respecto. Nos hemos dejado meter el gol tremendo del blindaje del Concierto. Batalla perdida cuando se podía haber contestado, había otras formas de blindar las normas forales. No ha sido posible evitar que se hablara de blindar el Concierto, que está blindado. Lo único que se ha blindado es el impuesto de sociedades, lo único que daba problemas con los territorios del entorno. No había que blindar ni el IRPF, ni el impuesto de sucesión, nada. Tiene más sacralización la LTH que la Constitución española, para aquellos que critican la Constitución. Se ha perdido una batalla.

La sentencia de los tribunales europeos diciendo que el Concierto no es ayuda de estado, aquí se celebró completamente, pero por lo que yo sé la sentencia dice que la ayuda de estado sí se puede producir en la forma de calcular el cupo. Nadie lo dice. ¿Por qué no se hace pedagogía, se le dice claro a la gente? Y ¿por qué no se dice que vivimos en un sistema que antes o después va a tener que someterse al bisturí, que no se puede aguantar?

Es el problema del estatuto catalán y la reforma fiscal. El cupo es no democrático porque no es transparente, nadie sabe cómo se calcula, los parámetros no están sobre la mesa. Detrás de eso, es sencillo, basta coger el ránking de las comunidades autónomas por PIB. El gasto público por habitante por comunidad traía a mal traer a los catalanes. Si hubiera redistribución del gasto público y una igualación de PIB, entonces, nada que ver. Los primeros en gasto público están Navarra y Euskadi, casi al doble de la media. Eso significa que algo no funciona en el cupo.

Otro dato. Se sabe pero no aparece. Bilbao Ría 2000, 50% del capital es administración general del Estado. La mitad del Bilbao bonito nos lo están pagando los impositores sorianos, zamoranos, ovetenses, jienenses, etc, sin cupo. Eso que sabemos hacer mejor que los españoles, lo hacemos en la mitad pagado por los españoles.

Cuarto tema: se lo escuché al notario Arriortua, decano de los de Bilbao. Me dijo que si me contara cuántos cientos de miles de millones de pesetas se han suscrito en operaciones acordeón para empresas públicas, poner a cero el capital social y ampliar para poder seguir pagando los sueldos y mantenerlas… Habría que decirlo. Limpiar las ruinas industriales de Euskadi se ha hecho con el dinero de los impositores españoles. Estamos por encima de la media, somos pioneros, estamos adelantados y no dependemos del mercado español… Hay que completar con toda esta otra información y esto requiere pedagogía, que desde las instituciones se diga como es.

Me recuerda a que lo que ocurría en Francia cuando yo estudiaba allí y se hablaba de Alemania como el motor de Europa. Les destruimos todas las fábricas y el Plan Marshall se las ha hecho todas nuevas, mientras que nosotros seguimos con las viejas. Aquí tenemos todo nuevo porque nos han limpiado las ruinas, porque tenemos el cupo que igual es ayuda de estado, porque Bilbao Ría 2000 tiene un 50% de capital de la administración general, y no lo decimos. Eso permite que el nacionalismo juegue a doble banda. Radicaliza cuando quiere coger votos de allí, subrayando lo identitario. Cuando se le critica eso, vuelve al problema diario y a decir que funcionamos muy bien. Y mejor que los españoles, pero sin decir toda la verdad. Se lo ponemos demasiado fácil.

El “nacionalismo banal”, también se habla del Islam banalizado, requiere de pedagogía. Que el gobierno vasco la haga con el Estatuto. ¿Qué falta de trasferir? Las 41 fichas de Zubia, la mezcla de transferencias debidas por ley y las delegaciones de competencias exclusivas del Estado. No quieren entrar nunca. El director del puerto de Bilbao y San Sebastián lo nombra el Gobierno vasco; los puertos no son transferibles, pero se puede delegar la competencia de la gestión, y por eso es así. ¿Qué queda de transferir? ¿Qué dice el Estatuto? Lo fundamental está ligado a lo que se financia por las cuotas de Seguridad Social. Que alguien lo lea y lo diga para quitar argumentos.

Lo del victimismo me interesa. Se prohíbe el burka, el judío era el extraño, los gitanos son perseguidos. No son como nosotros, o como diría algún psiquiatra podríamos serlo y lo tenemos oprimido. Lo que uno odia de sí lo aplasta, lo persigue. Se sienten amenazados porque lo persiguen. “Ahí va, los españoles están empezando a perder la vergüenza”, decía un amigo mío cuando se destapaban los constitucionalistas. Como si aquí nunca hubiera habido monárquicos, o carlistas, o falangistas, o socialistas o liberales o comunistas o de todo. Aquí, sólo nacionalismo. Con la diferencia de que allí, y yo he pertenecido, los radicales siempre fueron expulsados. En Estella-Lizarra por primera vez se hacen con las riendas y expulsan a los otros. El primer expulsado fue Luis Arana, el hermano de Sabino, más radical; la historia del PNV era la expulsión de los radicales. Hasta que llegaron Ibarretxe, Egibar y Gerenabarrena y el Arzalluz travestido.

–La necesidad de pedagogía política es fundamental. Su inexistencia va unida a la inexistencia del relato democrático. La enfermedad que viene de lejos en la sociedad española, de la Transición, el pudor a ensalzar o hacer un relato común democrático, la unión de los bandos. Así tenemos un potente relato nacionalista y el democrático es tibio y jibarizado. No hemos superado ciertos aspectos. Es complejo. Es presentarte con un biscúter frente a un camión de 90 toneladas.

El discurso nacionalista más potente lo descubrí en la conferencia de Currin hace dos meses en Madrid; era la conquista del repudio frente a la reclamación de los demócratas más radicales de la condena. Frente a gente que veía con preocupación la condena de los presos. Ven que el discurso se desmorona y no tienen tiempo de otro que recupere los aspectos fundamentales del discurso de ETA. Mantener los fines de ETA. El trabajo que se toman en dar el repudio de Batasuna y que el nacionalismo pueda recuperar el bagaje político de ETA frente a un discurso democrático que no existe.

Un día me hice explicador de tus artículos en Burgos y desde entonces veo que hay un problema fundamental: la complejidad del discurso democrático frente a lo que ya es normal y aceptado del discurso del nacionalismo. Fijaos si es querido el concepto de autodeterminación en la sociedad vasca que no sólo hay gente dispuesta a matar, sino a morir por ese derecho. Su liturgia de la violencia, el discurso para aceptarla.

El nacionalismo busca soluciones para que ETA salve los muebles. El fin de ETA, el que el nacionalismo asume, no es ajeno al pistoletazo sobre la cabeza del asesinado. Eso ya lo sabíamos en la cárcel: fin y medio están unidos y a más violencia más radicalismo ideológico y mayor listón de reivindicación política. La desaparición de ETA producirá una amortiguación de las reivindicaciones, pero si alguien por el medio recoge el discurso costará muchísimo llegar a la democracia en este país. Aceptamos como normal elementos totalitarios que perjudican a la convivencia. Currin está llamando al gobierno español a aceptar la fórmula de ‘no condenamos pero repudiamos’ y eso es aceptar la necesidad histórica y política de ETA y así dejaríamos a ETA para el pasado, pero también para el futuro.

El famoso abrazo de Bergara iba a ser en Amorebieta, no en Bergara; y allí Espartero no tiene problema en reconocer la amnistía para los mandos militares del otro ejército, que pasarán al otro ejército, pero él no acepta tranquilamente la cuestión foral en el seno de la monarquía, ponía pegas a lo político. Y tenía razón en un sentido: la reivindicación foral ya no era exclusiva del carlismo ni estuvo en su origen. Consiguió con eso perpetuar políticamente al carlismo otorgando algo que no era absolutamente cierto. La tramitación foral la hicieron las diputaciones liberales, entre otras cosas, porque los carlistas se fueron al exilio con el otro pretendiente. Eso obligó al carlismo al sobrevivir y en la historia ocurren cosas así. El que podría ir de vencedor le soluciona tanto las cosas al otro, al que debería irse a casa, que le obliga a quedarse, a pervivir.

El proceso de Burgos. No queríamos ser el guerrero del antifaz. Te ponían el escenario y tú seguías el libreto. Si en el tratamiento del futuro político de este país ponemos determinadas cosas para seguir teniendo el pasado como condición de futuro, seguiremos viviendo en el pasado. Uno de los grandes problemas de la política española. Británicos y franceses cambian de República sin problema y resuelven el problema del colaboracionismo nazi o del Mayo francés. Nosotros unos gitanillos como los de ETA los convertimos en discurso político de ellos, del PNV y de nosotros mismos, de parte de la izquierda española.

El repudio es una clave fundamental para el futuro político del país.

Joseba Arregi
–El peligro que nos acecha es el triunfo de ETA sin ETA y es a lo que está el nacionalismo. Es el debate ahora. El conjunto de la situación en España no ayuda nada, a nadie le importa destrozar el sujeto político recogido en la Constitución.

Se suele decir que desde la sociología de la religión en Latinoamérica el catolicismo está en situación muy complicada porque no ofrece una verdad simple. Es una teología dogmática elaborada, pero los evangelistas dan su lectura literal y eso vende. Los discursos totalitarios son más fáciles y por eso venden. El discurso de la democracia y de la libertad es débil. ‘Mein Kampf’ es clarísimo; ‘Humanismo y terror’ de Ponti dice que la violencia marxista es la única capaz de superar a todas las otras. Son claros, enamoradizos. Hasta Heidegger cayó en eso: la civilización nazi restaurará lo que occidente ya ha olvidado y recuperará la verdad del ser que está en las profundidades.

Manu Montero me dijo una vez que la democracia es el derecho a ser cobarde, el estado me defiende, no necesito la literatura del individuo que se hace hombre exponiéndose a la muerte. Son discursos muy potentes y atractivos, sí, pero no es de libertad. La narrativa débil de la democracia requiere más atención y pedagogía, preocuparse de las palabras y los argumentos. Lo peor que nos dejó Franco fue creer que por estar todos contra él, todos éramos demócratas y no había que aprender a serlo. No sabíamos nada de democracia, no se aprende en los libros, sino luchando contra el fascismo, y el fascismo está presente en esos discursos cerrados. No acabó con Franco y Hitler y Mussolini, tiene muchas manifestaciones en la derecha y en la izquierda. Es muy difícil atender a todas sus máscaras. Deberíamos recuperar el libro ‘La dialéctica de la Ilustración’ de Adorno y Horkheimer; ahí dicen que Dios quedó desterrado pero que vuelve siempre por la puerta de atrás con otros ropajes. La narrativa de la libertad es al del desenmascaramiento del fascismo.


1. –Ignacio Latierro. Estamos hablando del fin de ETA y los problemas que pueden venir. Está en nuestro imaginario y hace menos de diez años no sabíamos si lo íbamos a vivir. Pensar que es posible ha permitido un Gobierno vasco no nacionalista, en los 80 habría sido muy difícil. Creo que el problema que se nos planteará con el fin es cómo convive el conjunto de la sociedad vasca con su propia historia, no sólo el nacionalismo. Ha sido con el consentimiento de la mayoría. En su inercia está a favor de una salida rápida y poco complicada. Los problemas del plan de convivencia son la resistencia del nacionalismo particularmente, pero también será el grado de arrastre que se consiga en los sectores no nacionalistas.

Estoy de acuerdo en la lucha ideológica, como se decía en mi juventud. Creo que hubo un intento de crear un relato democrático, el de la Constitución, y está quebrado y ninguno de sus actores principales está por la labor. Puede haber intereses comunes muy fuertes que lo posibiliten. Por último, ETA no se acaba. Cómo estimular ese fin, como hicimos con la dictadura. No basta con decir que queremos el fin. Hay líneas rojas que no se pueden pasar, no puede haber un precio político, la idea de derrota y tiene que estar, pero el problema es si tenemos mecanismos para estimular el fin de ETA. De momento no estamos en la fase del nacionalismo banal, sino en la heroica.

2. –Pertenezco a la Fundación Juan de los Toyos, de UGT. Me quedo con un par de temas: la batalla ideológica. Me preocupan más los del gobierno que los de la oposición. En ‘Escritos corsarios’, de Passolini, se habla de los nuevos fascismo de los medios de comunicación de masas. Si no se hace una batalla de formación ideológica en los propios partidos no hacemos nada. Los líderes de la izquierda dicen ya veremos lo que dice Madrid; no lo dice sólo Arzalluz. Tomar a Toti o Kirmen Uribe como únicos referentes culturales. El problema de las siglas de la UPV EHU. Antes del fin de ETA, ¿se va a tener claro todo o va a pasar como con la montillización del partido socialista catalán?

3. –Ángel Altuna, de COVITE. Queramos o no, si el discurso de las democracias es aburrido, el de las víctimas no es atractivo, es doloroso, molesto. Pero estamos en el eje de vuestros discursos. En la historia de la condena de ETA, hay una clave y es la condena histórica. En 2006 se contemplaban temas sin esa condena sobre la mesa, lo cual ahora nos parece irrenunciable para el futuro. La justicia va a ponerse en primer plano y vamos a ser más molestos. Hay atajos. Hay que respetar el Estado de derecho pero tiene que haber una justicia retributiva proporcional al crimen cometido, reparadora, de haber reinserción debe ser activa y no sobrentendida, en primera persona. A la víctima primaria se la ha desposeído de todo, mi padre no podrá perdonar porque no está aquí.

Sobre la convivencia, dos detalles. “Lo que no me reprimo a calificar como arrogantes y más que cuestionables las palabras de la presidenta de Covite, que afirma que las víctimas somos un ejemplo de cómo convertir el sufrimiento a favor de la convivencia y la pluralidad… Queda claro que ella y sus asociados se autoincluyen en esa reconversión. Pero es que además cuestiono la mayor. El hecho de ser víctima no te hace siempre ser mejor persona ni te convierte en un ejemplo de superación a seguir. Por el contrario creo que la forma es superar ese estado de víctima que algunos han hecho su esencia”. Acaba diciendo luego que “todos somos de alguna manera víctimas y verdugos, capaces de lo mejor y de lo peor”. Y en otro artículo, molestamos mucho aunque este año hemos estado muy sotto voce, otro escritor dice que “es muy difícil que amplios sectores de la sociedad vasca asuman planteamientos que tiene más que ver con la venganza que con la justicia, sobrecogen algunas proclamas reivindicativas como las presentadas recientemente por Cristina Cuesta. Las víctimas queremos un final con vencedores y vencidos. Desolador futuro para la reconciliación”. Esto es el mundo al revés.

Joseba Arregi
–Ignacio, podríamos dedicarnos a alegrarnos de algo que ni soñábamos, pero nos planteamos lo que puede venir. Y es cosa de toda la sociedad vasca, que no tiene vergüenza, no quiere mirarse al espejo. Quiere que pase cuanto antes para no verse. Es uno de nuestros mayores problemas. Hay sociedades que lo han hecho y siguen mirándose al espejo, pero esta no. Desde todas partes la ayudamos diciendo que está en contra de ETA, pero ahora se ha manifestado cuatro gatos contra ETA con COVITE y Gesto y a miles para defender al PNV o al socialista. No sé si el cine y la literatura recogerán algún día todo esto. A veces pienso que haremos política no como si ETA ya no existiera, sino como si nunca hubiera existido, y en mis malos sueños encima la culpa la va a tener España que montó ETA para joder a los vascos.

Estoy completamente de acuerdo en el tema educativo. Hay cosas que nos parecen normales y nos debieran escandalizar. Cómo se pueden educar ciudadanos sin referencias al Estado de derecho, cómo puede plantear eso un partido que ha gobernado. Esto lo tiene que decir la comunidad educativa, nos dice. ¿Cómo? ¿Lo deciden en EE UU, en Alemania o en Francia, los profesores? No, eso parte de la fundación política de las sociedades, está asumido y tienen que transmitirlo. Es un argumento para no hacer ni decidir nada, es un escándalo.

Yo creo que la verdadera normalización es que al PP se le considere un partido democrático como los otros, no la incorporación de Batasuna al mundo político.

La batalla ideológica, ciertamente, ha de darse dentro de los partidos. Hay mucho que hacer. Félix de Azúa escribía “del actual elenco dramático –Zapatero, Rajoy, Montilla, Carod- no quedará nadie. Las quiebras traen cambios lentos pero inevitables. El coro de actores que nos representa es de escasa calidad y será sustituido quizá por chulos tipo Chávez, pero con un poco de suerte por gente sensata, esos técnicos que tanta falta hacen y que han sido despreciados por políticos ebrios de ideología. No hay nada peor que un político cargado de ideología y sin educación”. Hay algo peor: un político que no tiene ideología pero que cree tenerla, y no tiene educación.

Nos falta todo eso y seguimos jugando con conceptos que se nos han metido. Madrid sigue siendo el que oprime, no encontramos tranquilidad en las cuestiones lingüísticas, por ejemplo, la UPV donde el nombre es lo de menos, lo que estamos haciendo es hacer dos universidades, una en euskera y otra en castellano, ese es el espíritu. Cuando se lo critiqué al rector actual, me dijo que había ganado las elecciones con ese programa. Todos los grados en euskera y todos en castellano, lo que siempre se ha dicho que no queríamos. La solución Lovaina. ¿Pluralismo? Yo doy clases en euskera y propongo que se haga la carrera en las dos lenguas; me miran con una cara de odio… Optan por una sola. Incomprensible e impulsado por la universidad, con todo el mundo callado.
Yo sé por qué se hizo el homenaje a José Antonio Aguirre. Figura de un gobierno de coalición, no hay que dejarlo en manos de los nacionalistas. Sí hay necesidad de andar con cuidado.

La justicia, por supuesto, hay que reclamarla. Al final el mundo político tendrá que ir por un camino y la justicia por otro. Hay que defender que si algún día se reforma el Estatuto, no suponga volver a matar a los muertos. Es el gran peligro que corremos, pero la justicia es otra cosa. Hace poco un director alemán había financiado un docudrama sobre los asesinatos de la Rote Armee Fraktion, RAF, sucesora de la Baader Meinhof. Aparecía el asesinato de un banquero, uno de los asesinatos más viles, y la familia del banquero llevó a juicio al productor diciendo que había idealizado aquello y no estaban de acuerdo. El productor dijo que sabía que el juicio lo iba a ganar, la ficción es la ficción; y que entendía la protesta, porque para él las víctimas siempre tienen razón. Esa naturalidad aquí no se ve. Los que han sufrido, ante ellos, me quito la chapela. Aquí es imposible, si los que han firmado esos textos que has leído están en el Parlamento habría que sacarles las vergüenzas.

–José Luis Gómez Llanos, sociólogo. Aceptando la idea de que esta reflexión está en su inicio, comentarios constructivos. Sobre el espejo, soy más optimista; los franceses hasta cuarenta años después del colaboracionismo no se miraron. Nos hará falta algún libro o película. Cuando ETA desaparezca, la gran víctima que ha sido la propia sociedad vasca, necesitará tiempo. He estado hace tres días en París y he estado en el lugar en el que se estableció el tribunal revolucionario, estaban las celdas. Había una sala dedicada a Robespierre; fue un personaje innoble, que mató y mató y mató, pero sus ideas triunfaron, es un héroe nacional. Hacer la limpieza es muy difícil, sólo recordamos las virtudes que han acompañado a la violencia y no todo lo demás. La izquierda ha estado negando la violencia estalinista. Y termino diciendo que has dicho, no sé si mal, que habrá que llegar al respeto de todo el mundo. Has citado el burka. El burka no es una expresión distinta, es una expresión de totalitarismo, el icono de la sumisión de la mujer. Y hay que combatirlo también.

Joseba Arregi
–Sigo siendo pesimista y no tengo esperanza de que la sociedad mire, quiere cerrar el libro. Sin ETA no tendrá ni una razón para abrirlo de nuevo. Sobre Francia, suelo citar a mis alumnos a un arzobispo que dijo que los franceses nunca agradecerían lo suficiente a De Gaulle haberles hecho creíble la mentira de la resistencia. Claro que no hubo resistencia, hay una mentira conjunta, pero aquí no habrá ni eso. ¿Qué es ETA? Eso se dirá. Por eso molestan las víctimas. ¿Qué hacía yo entonces? Mis amigos de EE decían cuando mataron a José Luis Doval: ‘algo habrá’. Los padres que esperan al autobús escolar con sus hijos y sale un señor escoltado por tres personas del portal de en frente y dice. ‘Mira ese chulo, no le basta con dos, va con tres’. Si eso ha existido mientras ETA mataba, cuando desaparezca soy pesimista. Ojalá tengas tú razón y se mire al espejo la sociedad vasca.

Con Robespierre, discrepo. Si hoy existe la sociedad francesa no es porque triunfaran esas ideas, distingamos el espíritu democrático del revolucionario. Su Ministerio de la Sanidad Pública, los enfermos eran los que podrían la sociedad y había que cortarlos. Yo no creo que él tuviera éxito, creo que sí Tocqueville, los que hicieron una mezcla de bonapartismo, legitimismo y republicanismo. A pesar de todo a Durhaim tuvieron que pedirle una doctrina pedagógica tras la derrota de Sedan porque la sociedad no estaba todavía integrada. Y se habían puesto de manifiesto todos los peligros.

–¿Por qué se le rinde tributo? Imagínate a Ternera en un museo en 20 años.

–O de 40, pero si sus ideas no han tenido éxito, me importa un comino. La prueba está en si hay o no reforma. Las ideas de Robespierre no están en la Constitución francesa. De ahí que sea tan importante que en la reforma del Estatuto, si se hace, no se diga que los asesinados bien asesinados están. Ahí está la memoria colectiva, la privada y la social son otra cosa. Si no, nos fundamos en el asesinato y para poder ser tenemos que matar a alguien. La democracia es el intento de romper ese mecanismo del chivo expiatorio y del asesinato fundacional para fundarlas en el sometimiento de la violencia al derecho. Capar a la soberanía para ser sometida a derecho, limitada, no más absoluta.

Y el burka, puede ser sometimiento si está llevado a la fuerza. Las monjas han ido con burka casi. Si alguien quiere ir con burka, que vaya. Yo tengo que defender la aconfesionalidad del estado y los derechos de las mujeres. Todo lo que es obligatorio está mal.

–Cuando me refería a cerrar el pasado, decía que cuando en España lo intentamos hicimos determinante el pasado en el futuro. No podemos vivir en el pasado permanentemente. Pero hay un tema en la izquierda muy importante: la violencia.

–Nunca me he considerado de izquierdas, así que ese problema no es mío.

–Pero sí mío. En los fascismos la violencia es la parte sustancial del discurso y garantiza su fuerza, y eso tuvo que hacer ETA en la Transición: la violencia es la garantía de la supervivencia del pueblo vasco. Aquí había una pintada: ‘estamos condenados a vencer’. O lo hacía así o tenía que entrar en el proceso de los traidores, constituyentes. El general Rojo en sus memorias habla de la importancia que tuvo en la Guerra Civil la cultura de la violencia como redentora de la Humanidad.

–Típico de la Europa de los tres o cuatro primeros decenios del siglo XX.

–Pero es que en ETA la violencia es redentora. Nosotros que éramos cristianos oíamos discursos en esa línea. La diferencia es que la parte ilustrada intenta minimizar la importancia de la violencia en el discurso o en momentos determinados.

–Democracia no es pacifismo, es el sometimiento de la violencia al estado de derecho. Lo otro es creer que desaparece y eso hace que florezca de forma incontrolada.

La Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre Batasuna

Eduardo Vírgala

Yo, sobre ‘Euskadi después de ETA’ voy a hablar poco. Por mi dedicación, hago un análisis de lo que ha ocurrido hasta el momento, con una recopilación de los últimos ocho años de lucha legal contra el terrorismo. Ruiz Soroa en su comunicación también cita una valoración mía sobre la democracia militante. Yo la critico desde el punto de vista teórico y de la asunción de la misma por el Tribunal de Derechos Humanos. Desde el verano de 2002, primera intervención jurisdiccional directa contra Batasuna hasta la actualidad el resultado es positivo en relación a la lucha contra los compañeros políticos de ETA. Pero hay que hacer una lectura más profunda del proceso y una valoración crítica. He escrito hace poco un trabajo sobre la sentencia y decía ‘Aspectos positivos y algunos negativos’. En todas las resoluciones ha sido en general positiva la función de los tribunales españoles y del de Derechos Humanos, pero a veces se han incurrido en excesos.

Por centrarlo en un tema, el de la democracia militante y su asunción. Ese concepto nos lleva a alguno de los problemas fundamentales desde el punto de vista de la teoría del Derecho Constitucional, porque toca aspectos como el poder constituyente y la soberanía. Aceptar esa militancia nos lleva a no poder reformar la Constitución en determinados aspectos y a la eliminación del poder constituyente como tal y la existencia sólo de poderes constituidos. El poder constituyente es ilimitado y por lo tanto hay elementos que no se tocan, así que ya no va a existir. Luigi Ferrajoli lo ha manifestado. El poder constituyente ya no puede existir; existe el constituido que respeta la doctrina existente en materia de Derechos Humanos. Yo no estoy tan seguro, y en el caso de la Constitución Española, Ruiz Soroa hace una crítica a la postura que mantenemos algún sector sobre esa falta de límites a la reforma constitucional. Lo cierto es que la Constitución no pone límites y por eso cualquier proyecto político defendido por medios legales debe estar legalizado y mantenerse. Los límites a la existencia de ciertos partidos políticos nos lleva siempre a rozar los límites al pluralismo político y a imposibilitar una vida democrática plena. Es mi visión.

¿Dónde se pone el límite, quién establece la frontera? Nos lleva a conectar con la famosa teoría del fin de la historia de Fukuyama. Se plantea que desaparecida la URSS se ha alcanzado el triunfo de la ideología democrática y ya no puede haber retroceso. Llevado a sus extremos, eso puede impedir el mantenimiento de determinadas ideologías y partidos. Los riesgos del estrechamiento del juego político, nos queda el juego entre los dos grandes partidos políticos españoles.

Sobre la democracia militante, de qué hablamos. Hay dos sentidos. El más genérico es que una democracia debe defenderse y ser militante en cuanto a la defensa del orden constitucional. Y el más estricto, vinculado al derecho constitucional, el concepto nace en los años 30 en Alemania con dos artículos de Loewenstein, allí plantea la democracia militante en el sentido de identificación de los partidos con el orden constitucional democrático desde el punto de vista programático. Serían ilegales los que no asumieran ese orden. Se explica por las circunstancias alemanas del momento. Este es un mecanismo, pero también la moción de censura constructiva de la CE del 78. Es peligrosa.

La “democracia militante” queda recogida en la Constitución alemana, en el artículo 9 para las asociaciones, y en el 21 para los partidos. Son inconstitucionales aquellos partidos cuyos objetivos y actividades pretendan la destrucción del orden establecido en la Constitución. Serían prohibidos. Pero en la práctica es complicado y en Alemania sólo ha habido dos partidos políticos declarados ilegales por esa vía: en los años 50, el Partido Socialista del Reich y el Partido Comunista. Se establecieron los límites. En una sentencia por primera vez el Tribunal Constitucional alemán emplea el término democracia militante. Si llegaban al poder, acabarían con el pluralismo político. Con el paso del tiempo se ha utilizado desde un punto de vista más estricto y se ha exigido que hubiera actividades encaminadas a poner en marcha ese programa y sólo con esas circunstancias se podría actuar contra ese partido.

Así que desde el año 56 sólo ha habido un intento, con el Partido Nacional Democrático Alemán en 2001, que acabó muy mal en cuanto a los medios que había utilizado el servicio de protección de la Constitución alemana, el de inteligencia, que tenía reclutados en torno al 15% de los miembros del comité ejecutivo del partido y comités regionales. Era una organización infiltrada, así que no se podía hacer una valoración correcta. En la actualidad sólo un partido con una actividad dirigida a acabar con el sistema democrático podría ilegalizarse.

En la Constitución Española nos encontramos con dos artículos en el tema de partidos. El seis de los partidos, el 22 de las asociaciones, y durante mucho tiempo se mantuvo que sólo actuaban los límites generales relativos a las asociaciones y si había que aplicar el código penal. Sólo se ilegalizarían aquellos partidos que realizaran actividades previstas en el ordenamiento penal. En su momento, en 2001, hice une Studio de la jurisprudencia penal española y hasta ese momento existían dos sentencias que habían aplicado el artículo 515 del código penal y en ninguna, declarada ilegal la asociación, se había decretado su cierre expresamente. Era un mecanismo ineficaz.

El comienzo de este nuevo periodo en materia judicial se había producido con la intervención del juzgado de instrucción número 5 de Garzón, y creo que no hay sentencia todavía sobre aquella inicial suspensión. Ocho años después si no llega a ser por la Ley de Partidos Políticos estaríamos sin disolución de Batasuna, HB, etc. La Constitución Española permite la utilización de otros medios que no son el Código penal y es lo que llevó a cabo la Ley de Partidos.

Siempre me ha parecido que fue una excelente ley en cuanto a la lucha en contra de los partidos políticos vinculados al terrorismo, creo que tenía problemas menores desde el punto de vista constitucional, como el hecho de establecer en el artículo 9. 3 que se puede ilegalizar a un partido por el apoyo tácito al terrorismo y eso nos lleva a una valoración o inferencia sobre las voluntades que pueden tener los miembros de un partido político sin datos expresos. Es un elemento que en estos últimos años no ha tenido excesiva importancia en la ilegalización de partidos, pero que es un peligro de cara al futuro. El 9.3 llevó al Supremo a decir en alguna sentencia que debería ilegalizarse a todo partido que no condenara el terrorismo y hacer afirmaciones tan tajantes son peligrosas. Puede haber partidos que no condenen el terrorismo por diversas razones y no deberían ser ilegalizados sólo por eso. En el caso de Batasuna, además, lo que se produce realmente en esta vertiente es el apoyo expreso al terrorismo. Siempre realizaba declaraciones exculpando a ETA, rara vez se ha limitado a no condenar, exculpa y, es apoyo expreso y no tácito. Se conecta con la sentencia de Estrasburgo.

Las actuaciones de los diferentes órganos judiciales en España, creo que han actuado con rigor. El Tribunal Supremo tal vez ha hecho acumulación de elementos de prueba muy al hilo de lo que le aportaban los servicios de seguridad del Estado, las referencias a que en determinadas manifestaciones se ha criticado la democracia burguesa. Hay que tener más cuidado. Y otras veces, lo he mantenido reiteradamente, ha habido sentencias como la de “Aukera Guztiak” en 2005, en las que el Tribunal Supremo no hizo prácticamente ninguna aportación desde el punto de vista probatorio en cuanto a la relación entre esa candidatura y el mundo terrorista, al margen de que pueda existir.

Una cosa es la verdad fáctica que pueda existir y otra la verdad judicial, a la que hay que aportar pruebas de esa colaboración. Allí simplemente había mensajes de determinados presos sobre una lista blanca, pero no había pruebas concretas de esa lista y la relación con el terrorismo. La presencia de militantes de Batasuna en alguna asamblea fue otro detalle aportado. Algo parecido pasó con ANV. Un desastre. Existían datos desde comienzos de la década de un pacto entre ANV y Batasuna y se debía haber ido por esa vía para la ilegalización y no llegar al momento de las elecciones para establecer que parte de las candidaturas estaban ilegalizadas y parte no. No hay datos para ver por qué. El Tribunal Supremo tuvo aquí un papel poco agraciado al decir que Batasuna había fagocitado parte de las candidaturas, por qué a medias. Se deformó el procedimiento que establece la ley electoral, se cambió el recurso de amparo de electoral a ordinario… Hubo ciertas irregularidades que no se deberían haber permitido.

Y llegamos a la sentencia de Estrasburgo. Yo había comentado que entiendo la aceptación de esta sentencia del derecho de democracia militante es peligrosa, no es una novedad. Mantiene esa doctrina desde hace años, con peculiaridades en la sentencia de Batasuna. La actividad de este tribunal con respecto a los partidos políticos se produce en relación con Turquí sobre todo en los 90. En 1957 había conocido la demanda del PC alemán y su ilegalización, pero no llegó al tribunal porque había un filtro de la Comisión europea de Derechos Humanos y no lo pasó. La jurisprudencia es de finales de los 90 y se establecen requisitos que se mantienen en la sentencia de Batasuna, con pequeñas diferencias.

La jurisprudencia del Tribunal se basa en la simultaneidad de tres elementos: que exista previsión legal en el ordenamiento jurídico para proceder a la ilegalización (eso lo hace con flexibilidad, no tiene que ser norma constitucional, basta con que el partido tenga acceso a ello para saber que si realiza algo puede ser ilegalizado); la finalidad, el artículo 11 de los Derechos Humanos es suficiente amplio para ello, encajan en cualquier circunstancia (salvaguardar la seguridad del estado, el orden público, impedir la vulneración de derechos de los ciudadanos); y el fundamental es que la ilegalización sea necesaria para la pervivencia de la sociedad democrática. Que sólo se ilegaliza si es absolutamente necesario para que el estado democrático continúe.

Ahí el tribunal hace una primera cautela de la libertad de asociación política va vinculada a la libertad de expresión y a mantenimiento del pluralismo político. El último recurso es la ilegalización. Para valorar cuándo se produce a situación establece características como la utilización del partido de métodos legales siempre; y es fundamental el criterio de la proporcionalidad y en este sentido utiliza, como en la ilegalizaci%C