Un repelús navarro

SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

Anticipaba ayer EL MUNDO en estas páginas que la flamante portavoz del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados iba a asistir en el Parlamento de Navarra a la sesión de investidura de María Chivite como presidenta de la Comunidad Foral. La candidata haría muy bien en fijarse en ella y su comportamiento en la tribuna de invitados para poder comprender lo que ella hizo mal cuando asistió a la fallida investidura del doctor Sánchez como invitada en el Congreso, un suponer hacer peinetas y sacarle la lengua al orador, que era Albert Rivera.

A esta moza nadie le hizo ayer una peineta ni un corte de mangas; más bien fue ella la que repitió su gesto soez, pero en esta ocasión desde la tribuna de oradores. La portavoz popular hizo muy bien al personarse en un foro en el que se transgredieron principios democráticos importantes, o como se dice con el lenguaje de ahora, se traspasaron algunas líneas rojas. El gesto de Cayetana tiene el inconveniente añadido de que puede ser tachado de provocación por el inefable ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

La investidura de Chivite, frustrada ayer y aprobada hoy, es el piso piloto de la España sanchista, un repelús navarro que anuncia otro mayor. O sea, una contradicción en sus propios términos. Hace 20 días, el doctor Cum Fraude anunció su propósito de modificar el artículo 99 de la Constitución para hacer que en procesos como estos salga elegido el candidato más votado. Verbigracia: en las del 26 de mayo, el candidato de Navarra Suma, Esparza, obtuvo 20 escaños; la candidata de Pedro Sánchez, 11. Estamos a la espera de que la vicepresidenta del sanchismo nos explique que el concepto de candidato más votado no es estrictamente cuantitativo, que ellos son de letras, después de haber explicado la razón que les ha llevado a este pacto tácito con los herederos de la antigua Batasuna: «Nuestro adversario natural son las derechas». En sentido estricto tiene mucha razón la intelectual de Cabra. Los de Otegi no podrían ser adversarios naturales. Es mucho más natural aliarse con un criminal de izquierdas que con una víctima de derechas.

Sánchez, cuya hemeroteca es una cosa y su contraria, ha convertido en socio preferente a quien se negaba a ver como alternativa por dos razones: porque «Pablo Iglesias hace de la mentira su forma de hacer política» y «porque el final del populismo es la Venezuela de Chávez». También se definió respecto a Bildu, cuando un periodista le cuestionó el pacto con los que no condenan la violencia de ETA: «Esa pregunta ofende porque soy el secretario general de un partido que desgraciadamente ha sufrido el zarpazo del terrorismo».

María Chivite es una fenómena; ella ha conseguido la investidura que no pudo Pedro Sánchez. En su discurso, 56 minutos, anunció que respetará todos los sentimientos identitarios y recordó que «ETA abandonó el terrorismo hace ocho años». Esta moza no sabe que los sentimientos identitarios son cuestión personal e intransferible, pero que lo que hace posible la convivencia en democracia es el respeto a la Ley.

ETA abandonó el terrorismo hace ocho años, dice, como para explicar que no hay malicia en apoyarse en la abstención de cinco de los siete parlamentarios de Bildu. Los otros dos votarán que no, para recordar que el control de la legislatura lo van a tener ellos, como dijo con inequívoca franqueza Adolfo Araiz. Ocho años, dos legislaturas. El programa electoral de ETA eran sus crímenes. «La referencia obligada» la llamaba Arnaldo Otegi. ¿A quién se le ocurriría pedir cuentas a ningún partido por las promesas que hizo hasta 2011? Toda esa sangre es agua pasada para Sánchez y Chivite. No solo. Lo que pomposamente llaman «la militancia» aprobó con un 89% apoyarse en la abstención de EH Bildu, mientras los militantes y simpatizantes de Bildu recibían con homenajes a sus asesinos y secuestradores y celebraban su excarcelación con bengalas y cohetes.

Al de Ortega Lara por ejemplo, en Oñate. Pero como diría esta Chivite, hace 22 años que Xabier Ugarte dejó de secuestrar al funcionario de Prisiones. Y ya hace por lo menos 29 años que Baldo, vitoreado en Hernani, no ha asesinado a nadie. Ser socialista hoy en día es un trago de indignidad. En Navarra, dos.